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Copyright Francisco José Del Río Sánchez 2008

jueves, 23 de marzo de 2017

Vivo en un mundo de fantasías e ilusiones sin sentido

Vivo en un mundo de fantasías e ilusiones sin sentido que nunca llegan a realizarse, quizás porque normalmente no hago nada por materializarlas. Es un mundo de locura donde todo es posible, un universo propio donde suceden cosas que quizás nunca sucedan en la realidad pero para mí son reales. Siempre ha sido así, y no sé si alguna vez será de otra manera o simplemente eso es lo normal, lo común a todos los seres humanos. Puedo a veces sentir sus sueños, sus pesadillas, pero no suelo llegar a tener evidencias de si son reales. Algunas personas me las confirman, pero no suele ser lo normal, todos andamos siempre actuando, disimulando en un teatro sin fin, ocultando nuestros deseos y sentimientos más profundos, la vida nos enseñó a ocultar nuestras debilidades, potentes armas arrojadizas a merced de los demás. ¿Dónde quedó la ingenuidad, la sinceridad?
Mientras más miedo tengo más intensas son las ilusiones, dicen que el miedo apaga el amor, o eso es lo que creo yo, pero yo siento miedo y sin darme cuenta surge el amor, no el amor de pareja, otro amor más profundo sin juicio y sin moral pero el miedo a perderlo lo marchita. Entonces sueño y mi mente reproduce un mundo donde no hay barreras ni mentiras, un mundo irreal pero que existe en mi mente y entonces acaricio tus mejillas y no pasa nada, paso mis dedos sobre tus labios y no surgen equívocos, te cojo las manos y recostamos la cabeza sobre el sofá y sólo sonreímos, no hay nada más; pero el miedo me devuelve a la realidad y allí todo eso implica muchas cosas, también para mí, una caricia no es sólo una caricia, una muestra de afecto no es sólo una muestra de afecto y entonces tengo miedo porque sé que no lo entenderías y porque sé que yo tampoco. El deseo surgiría ya fuera para reprimirlo o para disfrutarlo. Y ya nada sería igual.
Entonces vuelvo a soñar, cuerpos que se entrelazan, se besan, se penetran, e imagino que no hay moral, solo personas amándose, fundiéndose, sexos uniéndose sin pensar, pero despierto, el miedo me inmoviliza y la magia del sueño desparece, la fuerza del amor se desvanece con él. Locura, lascivia, obsesión, calificativos que acuden a mi mente, imposible distinguir la realidad de la fantasía, imprudente reconocerlo, solo queda navegar en la mente. Deseo que brota irrefrenable y que vuelves a marchitar. En la mente todo es posible, en tus fantasías todo es real, pero en tu vida no.
Me pregunto, si nosotros construimos nuestra realidad, si nuestras creencias definen el mundo, entonces yo soy caos pues mi mente es un caos, mis pensamientos son caóticos y mis fantasías irreales. Realmente creo que es así, mi vida no deja de ser un caos, por un lado siento el amor pero por otro me atenaza el miedo, como un genio entre el constante vaivén entre la genialidad y la locura, entre el amor y la amargura, entre el deseo y la castidad, entre la risa y el llanto. Busco tu cuerpo entre mis sabanas, a la vez que quiero alejarte de mí. Deseo tener y que seas libre, deseo amar y poseerte a la vez, deseo abrazarte, acariciarte y no desearte, pero no puedo dejar de desear, en plural. Al igual que no puedo dejar de amar. Si el amor está separado del deseo, no conozco esa clase de amor, en mi mente no existe, si el sexo no representa la fusión con la otra persona, la materialización física del amor, entonces estoy enfermo. Quizás este loco y desear a las personas que amas sea una grave patología de mi mente, incapaz de confundir amor y sexo, pero y si esa fantasía es real, y todos nos la reprimimos, y si lo real es el caos de mi mente y lo falso es esta vida mojigata, cicatera y represora de la espontaneidad, del sexo y del amor verdadero.
¿Vuelvo a saltar sin paracaídas? Ya lo hice antes cegado por la ilusión, después la fantasía no fue igual que la realidad, pero tuvo muchas cosas buenas. Si sólo puedo ser yo mismo, si el único camino verdadero es el de la autosinceridad, seré caos, seré fantasía y seré amor, y tendrá que ser con todas sus consecuencias.

¿Y tú que quieres ser?






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