El pasado sábado me encontraba en una situación bastante desesperada pues después de un ingreso en el hospital mi hijo continuaba igual por tercera vez. Para mí, ver a mi hijo mal, me desencadenaba unos sentimientos no muy positivos. Nos encontrábamos en la montaña cuando él empezó a ponerse mal de nuevo. Nerviosa, llegamos a un pequeño pueblo llamado Montseny. Al bajar del coche para respirar un poco de aire y relajarme, mi hijo me dijo que entrara en la iglesia, yo le dije gestualmente que sí. Me dirigí hacia ella sigilosamente pues estaba totalmente vacía, pero su puerta estaba abierta. Entré y me senté en un rinconcito bastante oscuro y enfrente me encontré con "Jesús" como así lo llama mi hijo. Con un poco de rabia me puse a hablar con él en voz alta, preguntándole por que teníamos que pasar por todo aquello y por que tenía que sufrir así. De repente me invadió una sensación de amor impresionante y un flax de luz iluminó mi mente y una voz me dió las respuestas susurandome al oído. Me sugería que tenía que agradecer a mi hijo el haber escogido pasar por todo aquello. Que lo había escogido para que yo aprendiera a gestionar ese tipo de conflictos y luego poder enseñar a los demás y que suponía una ascensión a nivel espiritual. De repente lo entendí y le dí las gracias de todo corazón y le dije que me perdonara por mi comportamiento ante esas situaciones. Al pronunciar las palabras perdón y darle las gracias llorando de la emoción, las campanas de la iglesia se dispararon a las 18:15 de una manera tan potente que salieron los habitantes del pueblo pensando que había peligro de incendio. Cuando llegaron a la puerta, mi marido, mi hijo y otros tantos se quedaron perplejos pues yo salía de la iglesia y las campanas no paraban de sonar y dentro no había nadie que las hubiera podido accionar.
Núria
"Siempre contigo"
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