martes, 14 de septiembre de 2010

El solitario

Esta vida la recordé durante una regresión que me realizo Mariat, profesora del curso de Terapia Regresiva, ante el resto de alumnos del mismo. Preguntado por el tema que quería tratar le propongo mi tendencia a anteponer las necesidades de los demas a las mías, ella discrepa y me argumenta que esa es una buena actitud, a lo que yo le respondo que siempre que no termine anulando por completo las necesidades emocionales y espirituales de la persona. Finalmente accede aunque no convencida del todo.

"Vivo en una casa en el bosque, con mis padres y hermanos, soy adolescente. La mayor parte del tiempo la paso con mi madre recorriendo el bosque, conociendo sus secretos, me enseña el lenguaje de las plantas, de los animales, de las piedras; en cada momento se lo que ocurre en el bosque, donde encontrar el alimento, las plantas que curan, puedo palpar el estado de animo de cada ser, el estado de animo del bosque. Mi comunión con mi madre es total, no necesitamos hablar, solo con mirarnos y escasos gestos nos comunicamos.

Una noche en lo profundo del bosque escucho el ulular de un buho, comprendo, es el momento de partir, miro a mi madre y ella asiente, volvemos a la casa y al dia siguiente me marcho para siempre. Puedo sentir la tristeza de mi padre, le hubiera gustado que fuera cazador como él, mis hermanos más pequeños que yo, apenas se fijan en mi abstraidos en sus juegos.

Vago por el inmenso bosque durante un tiempo, unido a todo, no tengo problemas para mi sustento, no existe ni felicidad ni pena, ni preocupación, tan solo es fluir con el bosque, una pieza más del engranaje de la naturaleza. (Mariat me pregunta como es sentirse unido con todo, no puedo explicarlo con palabras, es una realidad no expresable).

Pasa el tiempo, habito en una cabaña, de un pueblo cercano viene cada cierto tiempo un hombre a recoger plantas y preparados medicinales, a cambio me entrega alimentos, envuelto en telas me trae algo que despierta en mi un gran interes, es un pan enorme, es mi único lujo en mi alimentación sobria a base de raices, frutos del bosque, plantas silvestres y hortalizas del pueblo.

A veces tomo unos hongos que recolecto, cuando lo hago abandono mi cuerpo y vuelo, me elevo hacia el cielo, junto a las estrellas, hasta que esos infinitos puntos de luz cobran vida y se mueven y se relacionan entre ellos, escucho sus conversaciones, contemplo como es su existencia. Un día me hablan, me dicen que tengo que abrirme a los demás, mezclarme con ellos.

Al día siguiente desciendo hacia el poblado, al llegar me dirijo a la plaza y me siento alli en el suelo, cubierto de andrajos. Algunos se acercan, comienzo a hablarles, me toman por loco, incluso algunos niños me tiran piedras, son estupidos e ignorantes no entienden el funcionamiento de la vida. Tras unas horas aparece el hombre que viene a visitarme a la cabaña, incredulo me pregunta que hago allí a la vez que se ocupa de que dejen de molestarme. No le contesto me levanto y vuelvo a mi lugar, al bosque.

Al tiempo aparece con otro hombre en mi cabaña, me dice que esta interesado en mis conocimientos de las plantas, viste de forma extraña, chaqueta negra con dos grandes tiras blancas bajo la garganta, pantalon negro hasta por debajo de las rodillas con calcetines blancos y zapatos tambien negros, luce un sombrero negro en forma de cono cortado con amplia ala redonda.

Le permito permanecer conmigo pues muestra verdadero interés y respeta mis conocimientos, lo apunta todo, pasea conmigo y le voy desvelando mis secretos. Un día le hablo de mis hongos, muestra un interés excesivo, no me gusta, insiste una y otra vez en conocer sus efectos, quiero experimentarlos el mismo; finalmente acepto.

Despues de tomarlo le hago que se tumbe en la mesa, observo; de pronto comienza a convulsionarse, algo va mal, son los mismos que tomo yo pero a él le provocan una mala reacción, contemplo su agonia en silencio. Me quedo allí contemplando su cadaver sobre la mesa, unos días después llega el hombre del poblado, y nos encuentra igual, el cadaver descomponiendose y yo observandolo sentado.

A los días vuelve con soldados, me llevan... Me balanceo, colgado del cuello, en la plaza del pueblo, mientras los aldeanos dan vitores. ( Empiezo a retorcerme en la camilla, a toser y no puedo hablar, Mariat, preocupada, me pregunta insistentemente que me pasa, a duras penas consigo decir que me ahorcan, me hace avanzar para que no reviva tan intensamente la agonia, al no haberseme roto el cuello, esta es bastante larga).

Abandono mi cuerpo y vuelo sobre los aldeanos, observo a esos ignorantes mientras me elevo hacia la luz. Descanso. (Al salir del trance tengo un intenso dolor de garganta y estoy afónico, alguien me da una pastilla para chupar y puedo empezar a hablar mejor).

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