lunes, 8 de noviembre de 2010

Echar el tarot

Ayer tarde estuve en una velada de tarot, un grupo de amigas bastante sensibles se reunen con relativa frecuencia para compartir inquietudes, alegrías y sin sabores, armadas con sus respectivas barajas de Tarot.

Barajas de todo tipo, de diferentes dibujos y tamaños, se convierten en excusa y centro de esas reuniones; durante las que se cimenta una amistad sincera y llena de camaradería entre las asistentes habituales.

He tenido la suerte de participar en esos encuentros llenos de magia y amistad, gracias a la invitación de mi actual pareja, cumpliendo lo que le dije cuando la conocí, que había venido a abrirme puertas, lo que no podía imaginar entonces es que la mayor puerta que iba a abrir era la de mi corazón.

La reunión de ayer fue de lo más gratificante, aunque termino un poco intespectivamente por un tema personal; y como siempre las risas iniciales se tornaron en seriedad, no exenta de alguna broma, cuando al igual que un grupo de tahures de un salon del oeste, alguien hace un envite y desenfundamos nuestras barajas, no con intención de jugar al poker, sino con la sana intención de ayudarnos los unos a los otros, iluminando un poco nuestras ilusiones.

Diferentes barajas, diferentes criterios de lectura, diferentes formas de colocar las cartas coexisten pero simpre con la intención de aportar, aprender y no competir, ni rivalizar.

Siempre me pregunto si al echar las cartas de una forma un poco desenfada no estaremos jugando con fuego, siempre preguntandonos sobre el futuro; sin embargo me parece una apreciación precipitada fruto del juego de la mente siempre dispuesta a emitir juicios de valor. Más cuando se advierte la buena voluntad de las tarotistas y la seriedad de sus tiradas, a pesar de que la mayoria se consideré aficionada.

Por mi parte, siguiendo la escuela de Jodorowsky, siempre intento centrar mis tiradas en el presente, que las cartas le hablen a esa persona desde el aquí y ahora, como un espejo que le permita comprenderse mejor y entender las circunstancias de su vida. Eso no significa que no crea conveniente hablar del futuro pues este no es más que una consecuencia de nuestro presente.

De todas formas siempre es importante ser conscientes de que anticipar el futuro siempre modifica este y que predecirlo a personas muy sugestionables puede convertir esa predicción en una orden incosciente, pero bueno eso ya es entrar en disquisiciones metafísicas...

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