El samurai

"El agua circula entre mis piernas... estoy de pie, no puedo moverme, no entiendo que pasa... tengo los brazos extendidos... amarrados a unos postes de madera clavados en la arena.

La marea sube con rapidez, me extraña estar tan tranquilo... el agua llega al pecho, sigue subiendo... me cuesta respirar, trago agua... llena mis pulmones, me ahogo...

Todo es luz, paz inmensa, calma, bienestar, estoy tranquilo, todo terminó."

Esta fue mi primera regresión que tuve a una vida pasada y la experiemnté espontaneamente, solo el momento de mi muerte en esa vida, la verdad es que no es frecuente tener una muerte tan en paz y más en esas condiciones, ese mismo día recordé dos vidas más, esas si completas, pero para dar sentido al relato voy a contar solo esta, a cuyo recuerdo volví unas semanas después pero ya intencionadamente.

"Discuto con mis compañeros, vamos a caballo, vestidos como samurais o algo así; a lo lejos una aldea, distingo las cabañas, el humo de los hogares. El señor feudal a ordenado arrasarla y no dejar a nadie vivo, como escarmiento. Me niego a matar gente desarmada y menos mujeres y niños, no fui entrenado para eso, me da igual quien lo ordene.

Se abaten sobre la aldea, contemplo el espectaculo sentado sobre la hierba en lo alto de la colina; hasta mí llegan los gritos de los desgraciados, el humos de los incendios. No puedo hacer nada por evitarlo, además aunque no me guste no va conmigo.

Vuelven, pero no lo hacen solos, traen un grupo formado por muchachas y las mujeres más agraciadas... para divertirse con ellas en el campamento.

Es de noche, deambulo por el campamento entre los gritos de esas desgraciadas, después de violarlas se deshacen de ellas; me siento extraño, ajeno a todo lo que ocurre a mi alrededor*. Ando entre los caballos, junto a ellos el cercado donde tienen al resto de chicas. Me llama la atención una joven, no la conozco de nada pero un impulso irresistible brota en mí, no puedo dejar que le pase lo mismo.

Sin pensarlo le corto sus ataduras y le doy mi puñal, le digo que huya a través del bosque aprovechando la oscuridad de la noche. Un poco después escucho gritos de mis compañeros, carreras, algunos vienen hacia mí, me arrastran a la tienda del jefe. Yace muerto con mi puñal clavado en su pecho, sobre él la joven tumbada bocabajo con la espalda atravesada por una espada. Imbecil para eso ha servido lo que hice.

A la mañana siguiente me arrastran por la playa, no me resisto, me amarran a unos postes de madera en el punto más bajo de la linea de marea baja. No me arrepiento de nada, hice lo que tenía que hacer y volvería a hacerlo. El agua comienza a subir, se mueve entre mis piernas...

*(Esa sensación de extrañeza y de estar ajeno a todo, se me ha repetido en otras vidas y la actual también la he experimentado en varias ocasiones, debe ser un karma que tengo atragantado)