viernes, 11 de marzo de 2011

Hay una felicidad que no proviene de la satisfacción, del placer, de que
las cosas nos salgan bien, sino que proviene de nuestro interior, una
sensación de plenitud y dicha que solo proviene de sentirnos y
olvidarnos de nosotros mismos.

Al igual que hay un desencanto que es el que nos impulsa a buscar esa felicidad y que no puede ser cubierto con ninguna satisfacción.

Pero eso no quita que no podamos disfrutar de las satisfacciones y del placer, pero no olvidemos que son la otra cara de la decepción y del dolor, y siempre van juntos.

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