No me cansare de repetir que si nuestra muerte ha sido traumática, accidental o provocada, o totalmente inesperada para nosotros, es muy común que el espíritu quede completamente turbado, preso del sufrimiento y de la angustia en una tierra de nadie, como el limbo, donde pena sin saber ni querer comprender su estado. También sucede que a veces hallamos dejados tantos asuntos pendientes sin resolver entre los vivos o estemos tan apegados a una persona que han sabiendonos muertos nos neguemos a aceptarlo. En ambos casos prolongamos nuestro sufrimiento y el de los que quedaran atras, pues nuestras energías están conectadas entre los seres queridos.
Por eso dentro de la apasionate labor de llevar la luz y sanar tanta oscuridad como nos rodea, una de las tareas más gratificantes de las que realizo es acompañar a esos espíritus perdidos a la luz, para que puedan encontrar su descanso y regenerar su energía y para que los que quedaron aqui sientan la paz de saber que se encuentra bien.
No tan frecuente, aunque no por ello raro, que después de una vida de dolor, sufrimiento y rencor el espíritu se dirija a la oscuridad para permanecer preso de la misma, encadenado al mal y provocandolo en cuantos consigue acercarse. En ese caso la tarea es más complicada pero aún si cabe más satisfactoria y perentoria, el rescatar ese alma, antes de que su espíritu se ennegrezca por completo hasta hacer imposible su recuperación de las profundidades de la oscuridad.
Si crees o sientes que un ser querido fallecido no ha realizado corretamente la transición a la luz y continua penando en su sufrimiento nosotros, como asesores espirituales, podemos ayudarle a él y a ti, para que ascienda a la luz y consiga descansar, y para que tu encuentras también la paz que necesitas.
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