Ayer

Ayer comence una nueva andadura, una nueva etapa, realize mis primeras sesiones de terapia regresiva en una consulta propia, y no a domicilio como hasta ahora, y todo gracias al empuje de Jean-Nicola y su clinica natural de salud.

Fue una sensación nueva recibir a esos dos pacientes, en una consulta de verdad, magnificamente decorada, y hasta con aire acondicionado, un lujo que debo agradecer a Jean-Nicola por apostar y sobre todo confiar en mí.

Vestido de blanco, sentado detras de mi mesa y con mis cuencos distribuidos por la sala, sentía que ese era mi espacio, el territorio del terapeuta, lugar sagrado en el que el paciente se pone en tus manos para intertar conocerse un poco mejor a si mismo, y para abandonar esos patrones repetitivos que nos impiden ser libres. Y al fondo una camilla, testigo mudo de sonrisas y lagrimas, de traumas y potencialidades ocultas, pero sobre todo una disolvedora de ignorancias, más efectiva que una enciclopedia.

Y sobre todo una sensación diferente, aunque uno intenta ser un instrumento del cielo, el intelecto está trabajando codo con codo con el cielo; a diferencia de las sanaciones donde nos doblegamos por completo a los designios del cielo y nuestro intelecto esta en inferioridad.

Pero no dejo de sentirme como sanador en ambas situaciones, aunque durante la terapia se aplica una tecnica, a la que tenemos que ser fiel para no desvirtuarla, y por eso necesitamos el intelecto, lo que no quita que podamos introducir intuiciones o comportamientos más propios de una sanación, si el cielo nos hace sentir la necesidad de ello.

Como me dijeron una vez, crear a partir de lo conocido, hasta llegar a una terapia holistica, a una terapia sanadora, que lleve elementos de diferentes escuelas o tecnicas pero sin desvirtuar a ninguna de ellas, y que englobe todas las dimensiones del ser. Simpre con el objetivo claro de no ser un simple aplicador de técnicas sino la de llegar a ser un maestro-sanador para todos aquellos que se acerquen a mi.

Las cosas fluyen y estoy muy contento. Solo falta dejarse llevar y no caer en el error de empujar la corriente.

Luz y amor.