Podríamos decir que es una espiritualidad intelectual que dice una cosa y después hace otra, y aunque es una fase por la que debemos pasar todos en nuestro camino, debemos ser conscientes de que hay una espiritualidad consciente, mucho más auténtica, en la cual nuestros actos, además de nuestras palabras, son la expresión de nuestra divinidad interior.
Y una sola guía , la luz que brilla en cada uno de nosotros, que no entiende de claroscuros...
En el zen se cuenta una historia que refleja muy bien esto: "Un maestro nombró varios cargos vacantes del monasterio, a su discípulo más aventajado le otorgo un cargo secundario; este indignado le pregunto que por qué lo humillaba de esa manera. El maestro, con lagrimas en los ojos, le contesto: Tienes una mayor comprensión del Dharma (Enseñanza) que yo, sin embargo reaccionas así, ¿Ahora a quien voy a nombrar como mi sucesor?."
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