De adolescentes tenemos muchos sueños, incluso a veces grandes sueños. Fantaseamos sobre las cosas que haremos de mayores, los logros, metas que alcanzaremos, y pensamos que nos vamos a comer el mundo. Conforme nos hacemos adultos, por desgracia, la mayoria vamos olvidando esos sueños, esas ilusiones y las vamos sustituyendo por otras más convencionales o conformandonos con lo que el entorno social nos tolera.
Es un excelente ejercicio terapéutico recordar esos sueños, recordar como eramos de adolescentes, cuales erán nuestras esperanzas e ilusiones.
Durante estos últimos meses me he preguntado a menudo cuales erán mis sueños, mis deseos cuando era adolescente y los tenía tan olvidados que no podía recordarlos. Pero hace poco empece a acordarme de ellos, de como habia estado en un grupo ecologista, de cuando paralizamos las obras de Puerto Sherry, las manifestaciones en contra de la OTAN, de como quería crear un grupo para repoblar la sierra con arboles autoctonos y mi preocupación por tanta injusticia que había en el mundo que nunca he terminado de entender.
Y ahora observandolos desde la distancia me doy cuenta que todos tenían un denominador común embellecer el mundo, hacer de este mundo un lugar mejor para todos.
Tambien recuerdo mis ganas de viajar, de visitar lugares exóticos y remotos, y por supuesto los sueños de cualquier adolescentes con chicas, pero esto forma parte del necesario disfrute de la vida que nunca debemos olvidar.