Se siente rara, mejor dicho
se siente diferente; porque para una adolescente es normal sentirse rara. Todo
su mundo conocido ha cambiado; ha dejado de ser esa niña centro de todas las
reuniones para convertirse en una estación intermedia que los adultos no saben dónde
situar; definitivamente tiene el síndrome jarrón heredado de la abuela que
nadie sabe dónde colocar.
Ni ella misma sabe cuál es
su sitio, por lo menos tiene una tabla de salvación su lugar es aquél opuesto a
sus padres y demás familiares mayores; su salvavidas es la oposición constante
y persistente a todo lo que huela a seguir dictados paternales. ¿Qué entenderán
esos amargados de su vida?, sí parecen fósiles sociales vivientes.
Su cuerpo también ha
cambiado, mucho y muy rápido; ella no era así, era una niña guapa a la que todo
el mundo sonreía; pero su cuerpo ha crecido horizontalmente en algunas zonas,
pelosamente en otras y asquerosamente en forma de acné en su cara. Se ve gorda,
se ve fea, porque en realidad se ve rara. Su cuerpo de niña, se está
transformando en un cuerpo de mujer, y de una forma más rápida de la deseada;
las miradas de simpatía infantil que recibía se están revistiendo de otras
intenciones y le da mucha vergüenza, sentir que despierta algo nuevo en los
hombres. No le gusta y tampoco le gusta que sus hormonas corporales decidan autónomamente
introducir ideas hasta hace poco descabelladas en su mente.
Toda su vida con ese cuerpo
para que ahora despierte anhelos desconocidos para ella. No tiene en quien
confiar, bueno sí en sus amigas que son las únicas que la comprenden de verdad,
pero estás tienen la fea costumbre de traicionarla cuando menos se la espera.
Se refugia en la soledad, de
su cuarto, de su mundo de internet, de su cuerpo, esperando obtener un poco de
calma. A todo esto hay que añadir que además es diferente porque ve cosas,
siente cosas que otras no ven; ve sombras en la noche, roces inesperados, fríos
extraños y sufre de tormentosas pesadillas. Necesita dormir con una luz
encendida, lo que genera constantes discusiones en casa, sus padres siempre le
han dicho que eso no existe; pero ella está dominada por miedos, miedo a las
sombras, miedo a los espíritus, miedo a ser como es, miedo a que los demás lo
sepan, miedo a sentir su cuerpo, miedo a que se note que le gusta ese chico o
aquella chica o ese chico y esa chica, miedo a que se sepa que es diferente y
que eso haga que nunca la acepten como una más.
Se come el coco, dándole
vueltas a por qué ella será así; no sería todo más fácil si fuera una chica
normal como todas las demás.
Sufre de ignorancia, no sabe
que muchas otras chicas se ven feas, gordas, se niegan a aceptar sus cuerpos,
sus sentimientos, sus deseos y que son más de las que ella cree las que también
sienten cosas “raras”; y que incluso en su clase hay alguna.
No sabe que su cuerpo
necesita ser explorado, reconocido, sentido; que debe explorar su propia
sensualidad, que no hay nada malo en satisfacer sus necesidades sexuales en
solitario, si no que es una forma de aprender a conocer su cuerpo y a expresar
su personalidad. Sabe de chicas que se han visto coaccionadas, en mayor o menor
grado, por sus novios o amigos para masturbarlos, hacerles sexo oral o incluso
verse forzadas a acostarse con ellos. Lo han hecho para no quedar mal, como
tontas o estrechas; por eso a ella le da tanto miedo los chicos. Ya empieza a
destacar por eso; otras se entregan alegremente al sexo, dándose lo que
necesitan alternando con diferentes parejas; por supuesto todos las catalogan
de putas, son polvos fáciles.
Ella se mueve entre la vergüenza
hacía su propia sexualidad, el miedo a las consecuencias y la necesidad de
aceptación entre los demás. Desconoce la posibilidad de explorar por ella misma
su cuerpo y la importancia para su propio desarrollo personal de mantener
relaciones sexuales, siempre con protección, sólo cuando ella lo desee y con
parejas de confianza que la respeten.
Se ve tonta y débil ante los
chicos; por una parte tiene razón el cuerpo de los chicos es más fuerte, pero
por otra se equivoca de plano, es más inteligente que ellos; el problema es que
la herencia sociocultural le enseña a cada momento, a través de su familia, a
través de los medios de comunicación, etc., que los hombres están por encima de
las mujeres. Cuando no hay ningún ser humano por encima de otro y todos tienen
derecho a ser respetados en su libertad y en sus necesidades.
Anda envuelta en un mar de
dudas, de incomprensión asfixiante de los demás y de ella hacia ella misma.
Fantasea con que todo sea diferente, en encontrar un chico como esos de las películas
que la rescate y la respete. Nadie conquista en vano, cualquier rescatador
querrá apropiarse de su botín. Pero sobre todo desea que cesen las visiones,
las premoniciones de tragedias, los sueños extraños; todo eso que hace que su
ya por natural difícil adolescencia sea un tormento por momentos.
Navega sin rumbo claro en su
vida, y también en internet, lo mismo lee sobre el clítoris y el punto G o
sobre cómo hacer viajes astrales; aunque en realidad ella ya los hace pero lo
que le gustaría es hacerlo cuando ella quiera y no escaparse sin control e ir a
esos sitios tan desagradables.
Encuentra sobre el más allá mucha
fantasía, mucha mentira, muchos errores, pero un día se topa con un blog
diferente, no tiene anuncios, el tío parece sincero, cuenta cosas similares a
sus rarezas y ofrece soluciones. A pesar de eso no lo ve claro y le escribe al
mail, con reparo pues hay mucho pervertido en la red, ya no recuerda cuantas
veces han pretendido que enseñe algo por la cam.
Se sorprende al recibir una
respuesta, no es afectuosa pero por lo menos le da claves y pistas para abordar
sus cosas, sus capacidades, en palabras de ese hombre; algo que ella nunca
pensó que tenía. Duda, pero se decide a intentarlo. Total el ejercicio tampoco
es tan complicado y sólo tiene que escuchar una grabación.
Se tumba en su cama, se
cuida de que nadie la moleste y escucha las palabras; se concentra en su
respiración y va observándola, sin hacer nada tan sólo concentrándose en sentir
como el aire entra en sus pulmones y como sale, en sentir como su pecho se
hincha y como se deshincha; la voz la relaja. Le entra sueño y se queda
dormida, la grabación sigue pero ella no es consciente.
Su madre la despierta para
decirle que se acueste, como si ella no estuviera ya acostada, así son las madres;
se pone el pijama, se mete en la cama y se duerme pronto porque nunca ha estado
tan cansada; por supuesto deja su lamparita encendida. Por la mañana no se
acuerda del ejercicio ni tampoco de que esta más despreocupada de lo normal.
A la siguiente noche tiene
pesadillas y se despierta varias veces, ¡Qué rollo! A la mañana siguiente de
nuevo se levanta enfadada con el mundo. Tan sólo por la tarde cae en la cuenta
que quizás durmió bien el día anterior por el ejercicio. Se dice, esta noche no
me quedo dormida.
No espera a la hora de
acostarse para hacerlo, sigue de nuevo los pasos de esa voz tranquilizadora,
concentrarse en la respiración y observarla, se relaja; ahora tiene que
imaginarse que se forma a su alrededor una burbuja de luz, va delimitándola
como si la dibujará y pide a sus guías que la ayuden y le den fuerza a la
burbuja de protección llenándola de luz; se siente protegida, pero se le va la
burbuja a veces pues pensamientos brotan con agresividad de su mente. Está muy
cansada. Al relajarse es consciente del cansancio de su cuerpo y de su mente
por culpa del stress cotidiano.
Al acostarse repite los
pasos; una vez envuelta en luz se siente muy bien y se duerme acunada por lo
que parecen ángeles. A la mañana siguiente está de buen humor después de un
sueño tranquilo y sin pesadillas.
Sigue practicando y pasa a
sentir su propia luz; para su sorpresa tiene algo maravilloso en su pecho. Sus
pensamientos cambian, cada vez se preocupa menos por la opinión de las demás y
los demás; aprende a disfrutar de su sexualidad, sola y acompañada. Dejan de acercársele
compañías que no le convienen y que anteriormente le habían hecho daño
intencionadamente; e incluso entiende que algunas cosas, no muchas, de las que
le dicen sus padres son por su bien y no para jorobarla.
Empieza a olvidarse algunas
noches de dejar la lamparita encendida, aprende a meditar en su luz, cada vez
tiene experiencias más positivas pero lo que es más importante se siente más a
gusto consigo misma y con su cuerpo. Se da cuenta de que es hermosa pues lleva
algo maravilloso en su interior y sabe confiar en las personas que le
transmitían buenas vibraciones y desconfiar del resto. Su vida da un vuelco
pasando a ser dueña de su destino y a no ponerse por debajo de nadie y mucho
menos de esos infantiles chicos.
Decide fortalecer su cuerpo apuntandose a deportes colectivos y a cursos de defensa personal. Poco a poco la vibración de su espíritu se eleva alejandose definitivamente de la dimensión oscura de la realidad, donde moraban los espíritus que la molestaban y estaba a merced de la energía negativa que le enviaban otras personas. Aprende a usar su luz para ayudar a otras chicas en su misma situación y con el tiempo se vuelve más independiente, segura y ejemplo de como convertir un problema en un arma a su favor.