Hace unos días estuve con una persona a la que no veía desde hace cinco meses y a la que conocí por ser paciente mía de terapia regresiva. Cuando la conocí, aunque se estaba enderezando, su vida era un desastre, venía de una adicción de años que había conseguido superar por si misma, tenía un gran complejo de inferioridad y se consideraba una mala persona, rencorosa e incapaz de disfrutar de la vida por su gran sentimiento de culpabilidad. Sus noches eran un tormento pues no podía conciliar el sueño además de sentir molestias, algunas bastantes intensas de todo tipo de espíritus. Era incapaz de protejerse, sufriendo el ataque de espíritus oscuros, que a veces le ponían en situaciones comprometidas y muy desagradables, en más de una ocasión necesite de toda mi capacidad para ayudarle a expulsar espíritus que le molestaban.
Tras sólo seis sesiones, abandonó la terapia, y aunque me decía que se encontraba bién, me costaba trabajo creerlo.
Al verla, me encontré una persona radiante, decidida y segura de sí misma, sin problemas de sueño y con unos ojos radiantes llenos de luz. Iluminándose sus ojos, rebosantes de amor, cada vez que hablaba de su pareja; con quién se llevaba como el perro y el gato, hasta que revivió una vida juntos con final traumático. Desde ese momento tienen una relación idílica. Y por supuesto ninguna molestia de espíritus perdidos.
Y aunque hay un dicho muy conocido que dice: "Demasiado bonito para ser verdad"; en este caso me quedo corto por el cambio radical experimentado por esta persona, que como dice ella misma: "se siente feliz consigo misma".