Observa la sala a su alrededor, la luz de las velas
ilumina tenuemente los contornos de los practicantes que meditan sentados.
Algunos se balancean, otros permanecen firmes como el tronco de un árbol. Todos
en silencio, por lo menos hacia afuera, porque hacia adentro inagotables corrientes
de pensamientos inundan sus mentes. La suya también, lo único que es capaz de
observar esa corriente como la de un arroyo sin mojarse las manos en ella.
Quizás deba hablar, pronunciar alguna enseñanza, todos la
esperan, aunque no la pidan con sus bocas la piden con sus cuerpos, de una
manera muy sutil que es capaz de captar. Desean que el maestro hable para
descansar de la pelea de cada uno consigo mismo, para distraerse la mayoría,
aunque algunos escucharan y su palabra quedará como una semilla en su interior,
presta a germinar bajo el calor de la luz de la conciencia.
Es libre de hablar, no se siente obligado por las
circunstancias ni porque crea que lo que va a decir es lo más importante del
mundo; simplemente siente una necesidad de compartir algo.
─La libertad… todos la buscamos… todos creemos saber lo
que es… pero todos nos engañamos.
»Decidimos que comemos, que ropa nos ponemos, a quien
hablamos, que trabajo queremos desempeñar, eso claro está los que puedan
escoger… en definitiva creemos que la libertad es tomar decisiones conforme a
nuestra manera de pensar, a nuestras creencias.
»Creemos que somos libres porque decidimos, porque
vivimos en democracia y se nos consulta, pero todas nuestras decisiones, todas
nuestras actuaciones nacen en nuestra mente, de su infinita base de datos que de
la memoria, de su aprendizaje a base de prueba y error y de nuestros
condicionantes inconscientes… Y eso no tiene nada que ver con la libertad.
»La única libertad posible es la libertad con respecto a
nosotros mismos… por eso estamos aquí en zazen, meditando sentados en la
postura del despertar, para conocernos a nosotros mismos y hacernos íntimos con
nosotros mismos… en ese momento podremos olvidarnos de nosotros mismos y
saborear la miel de la verdadera libertad…
Extraido de mi libro de relatos "Macedonia no es un país."
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