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Copyright Francisco José Del Río Sánchez 2008

viernes, 13 de noviembre de 2015

Me cuesta mucho llegar al orgasmo



o directamente no puedo tenerlos. Es un "problema" que sufren algunas mujeres y que puede estar motivado por diferentes factores, uno, evidente, es la impericia, poca habilidad o desinterés por parte de nuestra pareja; otros, más sutiles, pueden ir desde un origen físico a emocional, siendo frecuente la mezcla de ambos.
La falta de orgasmo durante el acto sexual o la excesiva tardanza para llegar al mismo pueden convertir nuestras relaciones sexuales en tediosas y frustrantes, llegando a aborrecerlas al sentirnos usadas por el otro. La sexualidad y su libre y placentero disfrute es una de las facetas de nuestro desarrollo personal y espiritual, la energía sexual es la misma que la espiritual y creativa, o más bien son expresiones diferentes de una misma energía, el bloqueo o la represión de alguna de ellas, supone la represión de nuestra personalidad y de nuestra naturaleza divina, negándonos la posibilidad de experimentar el auténtico amor a nosotros mismos y al prójimo.
Pero vamos a la dificultad en sí; podemos decir que hay dos tipos de orgasmos, el clitoriano y el vaginal, se puede añadir el anal y otros, pero centrémonos en los más comunes. Normalmente cuando el origen de la dificultad para llegar al orgasmo es físico se debe a un clítoris pequeño y/o alejado de la vagina, esto implica que sea más difícil llegar al orgasmo durante la penetración y que exija mayor habilidad y conocimiento de la pareja en el sexo oral o manual. Lo “normal” es que con tiempo y dedicación podamos tener orgasmos clitorianos por estimulación propia o ajena: masturbación, sexo oral, uso de juguetes sexuales, etc. En caso contrario un bloqueo inconsciente nos está impidiendo acceder a esa posibilidad tan gratificante y enriquecedora. Como en el caso de la impotencia masculina será necesaria la intervención de un terapeuta competente sobre el tema.
Durante la penetración podemos experimentar dos tipos de orgasmo, clitoriano o vaginal. Como comentaba antes si el clítoris es pequeño y se encuentra separado de la vagina será difícil experimentar un orgasmo clitoriano, en ese caso ayudarse de la estimulación manual del clítoris, propia o por la pareja ayudará a sentir un orgasmo clitoriano acompañado de la penetración. Y nos predispondrá para experimentar un orgasmo vaginal. El orgasmo vaginal es el fruto de la estimulación de la vagina durante la penetración, motivos para su ausencia son: falta de estímulos previos, es decir reducir el acto sexual exclusivamente a la penetración, los juegos previos, las caricias y otras formas de estimulación sexual son importantes para levar la intensidad del deseo y con ella la posibilidad de alcanzar la placentera liberación orgásmica; reducido tiempo de penetración, por fisiología es más frecuente que el hombre llegue al climax antes que la mujer, pero no somos animales, si necesitamos más tiempo es importante compartir esta necesidad y aprender a retrasar una pronta eyaculación, ello redundará en unas relaciones más plenas y satisfactorias para ambos; sequedad vaginal o falta de lubricación, eso impedirá disfrutar adecuadamente de la penetración llegando incluso a convertirla en algo doloroso, con un gel lubricante se soluciona con facilidad; un bloqueo de la energía sexual de origen emocional, si a pesar de unos preámbulos satisfactorios, una aceptable técnica y descartando problemas de lubricación, seguimos teniendo problemas para experimentar un orgasmo vaginal, será necesario buscar un terapeuta, más porque esa problemática no se restringirá sólo a la dificultad de disfrutar del orgasmo si no que se extenderá a otras facetas de nuestra personalidad.
Es natural que en nuestra sociedad tan represora en el ámbito de la sexualidad tengamos dificultades con el disfrute de nuestro cuerpo pero con intención y buena voluntad podemos superar esa situación, tan sólo en caso de bloqueos importantes necesitaremos ayuda externa, como en todo el sentido común es una de nuestras mejores ayuda. En el caso de disfrutar de orgasmo clitorianos pero no de vaginales, recomiendo intentar que en cada acto sexual se pueda disfrutar del mismo para ir poco a poco movilizando la energía sexual predisponiéndonos a disfrutar cada vez más del acto sexual y de la penetración.
Aclaro que tener un solo orgasmo frente a multiorgasmos, no significa ninguna patología, sino que son fruto de fisiologías diferentes. Al igual  la estimulación del punto G requiere de una técnica y unos conocimientos que no están al alcance de todos, hay atletas tántricos que son capaces de estimular el punto g con el pene durante la penetración, pero lo normal es su estimulación manual, este punto se encuentra en la pared superior de la vagina, más o menos a la altura del clítoris, y se identifica por un ligero abultamiento en la parte media de dicha pared superior. Casi todas las mujeres sienten placer con su estimulación, la técnica básica es dando golpecitos con la yema del dedo hacia arriba, pero no todas llegan al orgasmo, este suele ser un orgasmo continuo mientras dura la estimulación. El punto G es muy sensible en todos los aspectos, requiere de mucho tacto, de una previa y adecuada excitación general y de una liberación de la sexualidad importante. Es normal que, aunque se tengan orgasmos vaginales, se encuentre latente y requiera de numerosos intentos previos antes de sentir un orgasmo con él.
Los hombres también tienen punto G y se encuentra bajo la próstata, se estimula presionando el perineo junto al ano o introduciendo un dedo en el mismo y dando golpecitos hacia los genitales.
La eyaculación femenina, existe aunque no todas la experimentan ni sea frecuente, se produce en un máximo de excitación y entrega en el acto sexual.
Se pueden experimentar orgasmos con otras zonas del cuerpo, como en la penetración anal o la estimulación de los pezones, pero requieren de técnica, tacto y sensibilidad corporal.


martes, 10 de noviembre de 2015

La cuarentena



Hay tres décadas esenciales en el desarrollo del ser humano, la que empieza en los 20 años culmina el desarrollo físico completo, la que empieza en los 30 completa nuestro desarrollo intelectual o mental y la que empieza en los 40 nos abre la capacidad de transcendencia.
Durante la veintena el ser humano se encuentra en su mayor plenitud física, por ejemplo en ella los deportistas de élite logran batir sus más grandes retos deportivos, pero a partir de los 28 años, de media, se produce un fenómeno complejo mediante el cual el cuerpo físico comienza a deteriorase, los fisiólogos lo explican porque a partir de ese momento mueren más células en el organismo de las que se crean. Justo cuando comienza el deterioro físico se nos abre la posibilidad de desarrollar plenamente nuestras capacidades intelectuales. Durante la treintena ese ser humano que ya no goza del mismo ímpetu físico de la década anterior alcanza un mayor nivel de comprensión de su realidad.
Al llegar a los 40 el evidente deterioro físico, se une al incipiente deterioro intelectual. Como inciso decir que en los grupos humanos que viven integrados en su entorno y dependientes de los ciclos de la naturaleza propios del paleolítico, la esperanza media de vida son los 40 años. Esta situación en la cuarentena nos abre la puerta a desarrollar esa otra faceta del ser humano, la espiritual. La evidencia de nuestro deterioro nos hace más consciente de la necesidad de buscar satisfacciones más allá de nuestro cuerpo y mente, a la par que la certitud, normalmente inconsciente, de la brevedad de la existencia, nos hace plantearnos preguntas profundas en relación a nosotros mismos y la existencia misma. La década espiritual se desarrolla con fuerza durante nuestra cuarentena vital, es la oportunidad de transcender nuestras limitaciones personales y experimentar nuestra naturaleza espiritual.
Nuestro cerebro está maduro, nuestro cuerpo decadente y nuestro espíritu pide a gritos su espacio ante la debilidad de los anteriores. La consciencia de que el aprendizaje no nos puede aportar más respuestas o de que estas son insuficientes, nos impulsan a buscar terapias, guías espirituales que puedan calmar nuestro desasosiego y nuestra ansia de comprender. Pero es importante tener una actitud flexible y la mente abierta, pues si nos aferramos, como si fueran unos salvavidas, a los patrones traumáticos de nuestra personalidad, negándonos a distanciarnos de ellos, llegará la cincuentena con su tozudez limitándonos cada vez más la posibilidad de autotranscendencia.
Esto es así porque con la edad el cerebro, la mente, pierde flexibilidad, capacidad de adaptación y por mucho que nos empeños cada vez nos será más difícil abandonar nuestra mochila personal, nuestro sufrimiento existencial y cada vez estaremos más lejos de la posibilidad de que la madurez y el transcurso del tiempo nos convierte en un canto rodado sin aristas, como los que hay en las playas o en los ríos, que a fuerza de vivir son de una enorme suavidad al tacto.
El tiempo siempre corre en nuestro contra y el paso del mismo no elimina nuestras aristas, por mucho empeño que pongamos en ello, si no somos sinceros con nosotros mismos. Ya podemos hacernos todas las terapias existentes o recluirnos en los más sabios monasterios, que sin intención de transcendencia, el tiempo seguirá afilándonos.
Nota: Hay personas que empiezan este proceso a mediados de la treintena y otras ya en la cincuentena, pero no dejan de ser excepciones que confirman la regla.








jueves, 5 de noviembre de 2015

¿Por qué no puedo meditar?



Es normal tener dificultad para meditar o para visualizar un ejercicio en una meditación guiada, depende de nuestro stress mental, también a veces somos nosotras mismas las que bloqueamos nuestras visualizaciones porque no nos dejamos llevar y queremos que surja una visión clara y espectacular. Como en todo en la vida es importante no luchar y dejar que poco a poco las cosas sucedan, mientras más perseguimos algo más se escapa. Además creemos, ilógicamente, que meditar es dejar la mente en blanco, la meditación pura, es decir la contemplación, es dejar que los pensamientos se alejen de nosotros, es no aferrarnos a la incesante corriente de pensamientos, para ello se suele usar el apoyo de la respiración, es decir observar tu respiración como forma de observar el cuerpo y así no engancharse a los pensamientos. Una y otra vez te enredaras en tu barullo mental pero lo importante es volver a la respiración y mantener la intención de dejar pasar los pensamientos. No es buena idea concentrarse en una idea u objeto pues aunque calma la mente no debilita su tendencia natural a producir pensamientos.
En las visualizaciones, es bueno imaginarlas antes que verlas, es decir si te dicen siente una luz pues te la imaginas aunque no la sientas, sin darte cuenta la frontera en tu mente entre imaginarte el ejercicio y realizarlo desaparecerá.