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Copyright Francisco José Del Río Sánchez 2008

martes, 10 de noviembre de 2015

La cuarentena



Hay tres décadas esenciales en el desarrollo del ser humano, la que empieza en los 20 años culmina el desarrollo físico completo, la que empieza en los 30 completa nuestro desarrollo intelectual o mental y la que empieza en los 40 nos abre la capacidad de transcendencia.
Durante la veintena el ser humano se encuentra en su mayor plenitud física, por ejemplo en ella los deportistas de élite logran batir sus más grandes retos deportivos, pero a partir de los 28 años, de media, se produce un fenómeno complejo mediante el cual el cuerpo físico comienza a deteriorase, los fisiólogos lo explican porque a partir de ese momento mueren más células en el organismo de las que se crean. Justo cuando comienza el deterioro físico se nos abre la posibilidad de desarrollar plenamente nuestras capacidades intelectuales. Durante la treintena ese ser humano que ya no goza del mismo ímpetu físico de la década anterior alcanza un mayor nivel de comprensión de su realidad.
Al llegar a los 40 el evidente deterioro físico, se une al incipiente deterioro intelectual. Como inciso decir que en los grupos humanos que viven integrados en su entorno y dependientes de los ciclos de la naturaleza propios del paleolítico, la esperanza media de vida son los 40 años. Esta situación en la cuarentena nos abre la puerta a desarrollar esa otra faceta del ser humano, la espiritual. La evidencia de nuestro deterioro nos hace más consciente de la necesidad de buscar satisfacciones más allá de nuestro cuerpo y mente, a la par que la certitud, normalmente inconsciente, de la brevedad de la existencia, nos hace plantearnos preguntas profundas en relación a nosotros mismos y la existencia misma. La década espiritual se desarrolla con fuerza durante nuestra cuarentena vital, es la oportunidad de transcender nuestras limitaciones personales y experimentar nuestra naturaleza espiritual.
Nuestro cerebro está maduro, nuestro cuerpo decadente y nuestro espíritu pide a gritos su espacio ante la debilidad de los anteriores. La consciencia de que el aprendizaje no nos puede aportar más respuestas o de que estas son insuficientes, nos impulsan a buscar terapias, guías espirituales que puedan calmar nuestro desasosiego y nuestra ansia de comprender. Pero es importante tener una actitud flexible y la mente abierta, pues si nos aferramos, como si fueran unos salvavidas, a los patrones traumáticos de nuestra personalidad, negándonos a distanciarnos de ellos, llegará la cincuentena con su tozudez limitándonos cada vez más la posibilidad de autotranscendencia.
Esto es así porque con la edad el cerebro, la mente, pierde flexibilidad, capacidad de adaptación y por mucho que nos empeños cada vez nos será más difícil abandonar nuestra mochila personal, nuestro sufrimiento existencial y cada vez estaremos más lejos de la posibilidad de que la madurez y el transcurso del tiempo nos convierte en un canto rodado sin aristas, como los que hay en las playas o en los ríos, que a fuerza de vivir son de una enorme suavidad al tacto.
El tiempo siempre corre en nuestro contra y el paso del mismo no elimina nuestras aristas, por mucho empeño que pongamos en ello, si no somos sinceros con nosotros mismos. Ya podemos hacernos todas las terapias existentes o recluirnos en los más sabios monasterios, que sin intención de transcendencia, el tiempo seguirá afilándonos.
Nota: Hay personas que empiezan este proceso a mediados de la treintena y otras ya en la cincuentena, pero no dejan de ser excepciones que confirman la regla.








jueves, 5 de noviembre de 2015

¿Por qué no puedo meditar?



Es normal tener dificultad para meditar o para visualizar un ejercicio en una meditación guiada, depende de nuestro stress mental, también a veces somos nosotras mismas las que bloqueamos nuestras visualizaciones porque no nos dejamos llevar y queremos que surja una visión clara y espectacular. Como en todo en la vida es importante no luchar y dejar que poco a poco las cosas sucedan, mientras más perseguimos algo más se escapa. Además creemos, ilógicamente, que meditar es dejar la mente en blanco, la meditación pura, es decir la contemplación, es dejar que los pensamientos se alejen de nosotros, es no aferrarnos a la incesante corriente de pensamientos, para ello se suele usar el apoyo de la respiración, es decir observar tu respiración como forma de observar el cuerpo y así no engancharse a los pensamientos. Una y otra vez te enredaras en tu barullo mental pero lo importante es volver a la respiración y mantener la intención de dejar pasar los pensamientos. No es buena idea concentrarse en una idea u objeto pues aunque calma la mente no debilita su tendencia natural a producir pensamientos.
En las visualizaciones, es bueno imaginarlas antes que verlas, es decir si te dicen siente una luz pues te la imaginas aunque no la sientas, sin darte cuenta la frontera en tu mente entre imaginarte el ejercicio y realizarlo desaparecerá.







Sanación de amor



El amor existe, es una experiencia que podemos sentir más allá de nuestro mundo dual de luz y oscuridad, de bien y mal, de dolor y placer, de sufrimiento y felicidad. El amor no es una idea, una concepción de nuestra mente, es una energía a la que podemos acceder transcendiendo nuestras limitaciones mentales y corporales, que podemos sentir en nuestro interior y transmitir a otros, con el enorme beneficio de disolver nuestros conflictos, nuestras luchas internas, sobre lo que creemos que debemos hacer y lo que sentimos que es nuestro camino, nuestros miedos y nuestras enfermedades y dolencias fruto de las características traumáticas de nuestra personalidad.
He conseguido conectar con la elevada energía del amor y trasmitirla a través de mi cuerpo a otras personas para que sientan en sus vidas su efecto. Tú también puedes sentir su paz, su claridad mental y como los escollos de la vida se van suavizando.
Se puede recibir tanto en persona como a distancia con el mismo efecto.