"Murió en un accidente, pero él no lo sabía o no lo quería saber...
Estaba solo... por decisión propia. No sabía a donde ir o no quería saberlo...
En un lugar indeterminado, envuelto en la niebla de su confusión; una niebla cualquiera como la de cualquier otro espíritu en su misma situación trás negarse a aceptar su muerte o trás una muerte traumática. Perdido sin posibilidad de ayuda y negandose a recibirla. Preso de una angustia sin fin que no vislumbra la salida de su laberinto.
Llegamos a su niebla, junto a mi un espíritu celestial con su resplandeciente corcel blanco. El hedor a oscuridad lo inunda todo; antes de ir ya mi intuición me hablo de problemas inesperados, de resistencias invencibles.
Nos sale al paso un gran oscuro, se lo que es, un demonio; sólo viene a incordiar. El angel y yo agarramos al unisono las empuñaduras de nuestras espadas. Nos exhorta a marcharnos, ese no es nuestro lugar. El olor de la niebla de la confusión se confunde con la oscuridad del morador del infierno. Le recuerdo que el sabe que debe retirarse, que debe franquearnos el paso, está obligado a ello.
Momentos de incertidumbre, nadie quiere humillarse a ceder, durante un instante me presto a desenvainar. Se aparta, pasamos. Al darle la espalda ondea su enorme latigo trás nuestras cabezas, es enorme y nos saca medio cuerpo; desenvaino sorpresivamente mi espada y con su luz presiono su cuello. Le ordeno que vuelva las profundidades oscuras. Se retira.
Sombras se mueven en nuestro rededor. Buscan su presa, que está frente a nosotros, encogido con la cabeza entre las manos. No entiende, habló con él, no escucha ni quiere entender. Le doy luz, se resiste, capas de oscuridad, como trajes, van cayendo de él. Al tiempo abre los ojos, entiende que murió, pero quiere marchar junto a su madre; consiguo retenerle. Sigo aplicandole luz hasta que comprende donde debe ir.
La niebla se disipa, espíritus le abren un pasillo hacia el cielo, remiso se dirige hacia él, se vuelve hacia mi, entiendo, lo acompaño hasta su destino. Le dejo descansando, tranquilo, recuperandose de tanto sufrimiento."
Por desgracia esto es más frecuente de lo que pensamos, no es nada facil después de morir hacer correctamente la transición a la luz. Dependiendo de muchos factores está puede ser bastante complicada, por eso es tan importante aceptar la muerte como un hecho natural y dejar de considerarla como un tabu. En caso de muertes traumáticas o sorpresivas es muy común que nuestro espíritu se quede vagando en una tierra de nadie en un continuo sufrimiento. Si además tenemos temas pendientes con los vivos o estamos muy apegados a alguno de ellos, es posible que nos pegemos a esas personas provocando nuestro sufrimiento y el de los que quedaron al no habernos recuperado y estar envueltos en negatividad. Por eso no me cansaré de repetir que con los perdidos hay que hablar lo menos posible y mucho menos hacer caso de sus peticiones, pues antes de solucionar sus asuntos pendientes deben volver a la luz para reuperarse y regenerar su energía. Por desgracia tanta película y tanta literatura lleva a muchos a intentar hablar con espíritus que aprovechan para perjudicarles.
En el caso de que vuestra vida haya estado dominada por la malicia y la única meta de satisfacción de tus pasiones lo normal es que tu espíritu este tan negro, tu energía tan oscura que, al desencarnar, te transformes en un espíritu oscuro que solo desea continuar perjudicando a los que encuentre vivos o muertos. Nuestro mundo está lleno de ellos y muchas personas bienintencionadas por ignorancia se meten en serios problemas al intentar comunicarse con ellos para ayudarles.
Antes de intentar hablar o ayudar a un espíritu es imprescindible dominar una técnica de protección que nos evite perjuicios que pueden llegar a arruinar nuestra vida.