Pareciera que el ego es nuestro peor enemigo, que nuestra mente es nuestra peor aliada, que nuestras manos obran torcidamente y que nuestros pies nos conducen a la perdición...
¿Cuando aprenderemos a querernos y aceptarnos como somos?
Sin aceptación incondicional no puede haber transcendencia y sin transcendencia nunca cesara esa esteril lucha que mantenemos con nosotros mismos.
El ego, la mente, son herramientas de nuestro ser y por tanto divinas en si mismas. Antes de Freud la palabra ego ni siquiera existía, sin embargo desde que surgió el psicoanálisis parece que nuestra máxima preocupación es eliminar, dominar, etc. algo que en definitiva no tiene sustancia, como muy bien dice el budismo zen.
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