A menudo me preguntáis por libros para leer sobre temas
espirituales y esotéricos, aunque en mi libro “En la Laguna Estigia. Guía paraun médium del S. XXI” incluyo una extensa bibliografía que ha influido en mi
evolución personal y espiritual, me gustaría destacar un libro que en su
momento supuso un cambio radical en mi vida pues me convenció de la necesidad
de contemplar mediante la práctica de la meditación zen. Este libro de título
peculiar “Cómo dejar de hacernos pajas mentales y disfrutar de la vida” explica
como todo pensamiento que no lleva aparejado una acción es un desperdicio, es
decir, coloquialmente, una paja mental que nos aleja de la verdadera realidad.
Lo leí hace casi 10 años y todavía estoy intentando llevarlo a la práctica, la
receta que ofrece el libro es sencilla, contemplar durante media hora todos los
días. Aunque habla de zen no recomienda expresamente la contemplación zen. Como
yo la tenía a mano y lo de contemplar sin hacer nada mas no lo tenía muy claro
me decidí por practicarla. Sentarse en una habitación o en la calle, observando
lo que nos rodea a la vez que dejamos pasar nuestros pensamientos sin
aferrarnos a ellos es fácil, la dificultad la ponemos nosotros.
Más adelante supe de los estudios de los neurofisiólogos
sobre el funcionamiento del cerebro al que asemejaban con un músculo, al igual
que si ejercitamos los músculos para una determinada actividad nos resulta más
fácil realizarla, si ejercitamos el cerebro para una actividad concreta también
nos resultará más fácil, es algo lógico que cualquier estudiante o trabajador
especializado puede corroborar. Pero el asunto es más complicado, pues a
diferencia de las fibras musculares las neuronas parecen tener cierta voluntad
propia y cuando se acostumbran a trabajar de una manera siempre quieren
trabajar de la misma independientemente de nuestra voluntad, por eso cuando
comprendemos algo sobre nuestros comportamientos a pesar de entenderlo y
aceptarlo seguimos repitiéndolo. Eso quiere decir que conforme nuestro cerebro
fue enseñado durante nuestra niñez a funcionar así querrá seguir funcionando el
resto de nuestra vida, a no ser que le enseñemos nosotros que las cosas se
pueden hacer de otra manera, pero ya se sabe la mula siempre quiere ir por el
mismo camino. De resultas que si nuestro padres a causa de sus problemas
personales no enseñaron de pequeños a sufrir y nuestra vida fue un continuo
sufrimiento, nuestras neuronas buscaran una y otra vez patrones de conductas y
actitudes que nos mantengan enganchados al sufrimiento que es la forma de
trabajar a la que están acostumbrados, sería una adicción a emociones tóxicas.
Por ese mismo motivo hay personas que siempre están contentas y tienen una
actitud optimista ante la vida, si el ambiente familiar fue de optimismo y
alegría sus neuronas se empeñaran en mantenerlo.
Esa predeterminación del funcionamiento cerebral se puede
superar, por ejemplo hay gente que sufre un shock en su vida y cambia de golpe,
es como si se produjera un reseteo de la mente que permite pensar de otra manera.
Hace milenios que los místicos nos hablan de la necesidad de transcender
nuestra mente mediante la vía contemplativa para encontrar nuestra auténtica
naturaleza tras esa nube que cubre nuestra conciencia.
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