Hace más de una década, una persona apasionada por su
trabajo me recomendó un libro, del que ya hable en mi entrada “Pajas mentales”,
su lectura me encaminó hacia un mundo el de la espiritualidad, y posteriormente el esoterismo, sobre los cuales no sólo no me había interesado nunca sino que
los había siempre denostado.
Empecé a meditar, no buscando despertar, tan sólo dejar de
sufrir, encontrar una salida del pozo que durante años había ido excavando con
gran esfuerzo y vi una luz. Al tiempo la conocí a Ella, gracias a la meditación
yo me sentía a gusto con mi monótona y frustrante existencia, pero me dolía
mucho la espalda de antiguo y del esfuerzo de la postura de meditar. Todas las
semanas me ayudaba, durante los primeros meses apenas nos relacionamos, pero un
día comenzó a hablarme y me contó su experiencia con las regresiones, me animé a
hacerme varías y mi inconsciente se abrió a borbotones mostrándome un inmenso mundo
interior y exterior por descubrir. Y Ella me acompañó y me abrió las puertas
del esoterismo.
Avanzamos juntos de la mano por un sinfín de experiencias
inolvidables dando un vuelco a mis concepciones sobre la vida y sobre mi vida,
y me enamoré. El camino que estábamos recorriendo de luz y dicha se convirtió
en un camino de sombras y dolor. El sufrimiento se instaló entre nosotros y
Ella, antaño radiante, tornó a apagarse a la par que yo.
Mostré mis sentimientos abiertamente y Ella me negó los
suyos, si es que existían o sólo eran de afecto y cariño, pero cada vez que me
decía que me amaba como amaba a todos los seres humanos el puñal clavado en mi
corazón se hundía un poco más. Lo que antes fue luz se tornó en oscuridad y
duró demasiado.
Una conocida me habló de algo que le sucedió a ella,
esperando que yo aprendiera de su experiencia, vano esfuerzo ante la tozudez de
la mente. Me relató cómo al empezar en su práctica espiritual se enamoró de un
chico, como este vivía en un centro ella se fue también a vivir a ese centro,
el chico no le correspondió y aunque sufrió mucho al tiempo se dio cuenta que
el enamoramiento hacía esa persona había sido el anzuelo que le puso el cielo
para que se interesa por su práctica espiritual. Ahora veo que un poco de eso
hubo pero también mucho egoísmo por ambas partes que agravó la situación.
Yo siempre tan caballero andante insistía en mantener una
relación casta, cuando me moría de ganas por tenerla en mis brazos, y no me
planteaba bajo ningún concepto separarme y abandonar a mis hijas, ni que ella se separara. Era demasiado
para mí y mis anhelos de santidad.
La situación termino pudriéndose, haciéndosele a Ella mi
presencia e insistencia molesta y mi dolor devastador y alguien me habló, me
abrió los ojos, me hizo sentir como un idiota, y me retiré hasta ahora.
Ella no lo aceptó, insistió unos días, unos meses después,
pero sólo encontró frialdad en mí. De eso hace 7 años.
Varios años después me puse en contacto con ella para hablar,
pero sentí que no tenía sentido.
Hace unos meses me la encontré en una charla, no era Ella,
era otra persona. Con la Ella que vive en algún rincón remoto de mi mente
todavía tengo algo pendiente… al igual que con mi madre.
Aprendí tanto con Ella y de Ella, viví tantos momentos inolvidables que nunca podré agradecérselo lo suficiente. Al igual sufrí tanto por mi causa y por su causa que dudo que nunca los rescoldos del rencor lleguen a apagarse del todo. Por ambas cosas nunca podré olvidarla.
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