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Copyright Francisco José Del Río Sánchez 2008

miércoles, 17 de febrero de 2016

La esclava y el príncipe azul, a su vez esclavo

Era la esclava de su familia, de sus amistades, de todas aquellas personas que se le acercaban, en fin que os voy a decir una maravillosa persona.
Su vocación era servir, eso le habían enseñado y a ello se aferraba buscando un cielo de amor que más se parecía a un infierno, incluso tuvo una pareja que la usaba a su antojo, pero para eso era una esclava. Hasta que conoció a un príncipe azul, temerosa se acercó a él y el, galante y gentil, la arropó en sus brazos. Se sintió amada, apreciada y deseada y ella lo besó, una y otra vez, lo besó con ahínco, deseando que sus besos la transformaran a ella en una princesa azul, pero mientras más besaba más se transformaba el príncipe azul en un sapo.
Redescubrió de nuevo la pasión, pero esta vez de la entrega por amor no para ser usada. Abrió su cuerpo y su mente, descubriendo placeres que tenía vedados, y sintió que la apoyaban y la ayudaban en su penitencia.
Al tiempo, sin comprender por qué, su príncipe era cada vez más sapo, para remediarlo ella decidió ser su esclava, como con todas los demás, pero él seguía volviéndose sapo y sentía como se alejaba. Extenuada intentaba atender todas sus obligaciones, se empeñaba en ser una buena esclava, pues todos la necesitaban. Más todo fue en vano, corría hacía un precipicio sin fondo y de la mano su príncipe, saltando cual sapo, pues el sólo la quería ver feliz, liberada de sus ataduras, era más importante su liberación que la propia, él también era un esclavo, de la necesidad de ayudar.
Se sintió exprimido como una naranja comprendiendo que ya no podía más, pero aún si se esforzó un poco más, sólo un poco más. Esfuerzo inútil, ambos necesitaban ser libres, y no lo serían cogidos de la mano, el precipicio ya está bajo sus pies.
No sabemos si serán capaces de alzar el vuelo, cada una liberadas de su propia esclavitud, o sí se precipitarán al abismo para siempre. En la vida hay trenes que no vuelven a pasar nunca más.
Por si acaso, ya han escrito el epitafio de la esclava:
“Eres una persona tan maravillosa, tan buena, no cambies sigue siendo como eres, todas te queremos tanto.”

Con ella el falso príncipe ha descubierto el verdadero amor, el que no se puede expresar con palabras, sólo sentir, pero también lo más importante en la vida, el amor propio. Siempre estarás en mi corazón porque sólo puedo darte amor, aunque no sea suficiente no creo que haya nada más importante en la vida.









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