Veo la cubierta de un galeón, enormes olas barren la cubierta, el palo mayor esta roto, se que es el fin, pero como he llegado a esto...
Soy marinero, una vida de brutalidad, nos tratamos como animales, peleas y agresiones se suceden, la bodega del barco esta llena a rebosar de seres humanos encadenados en posición horizontal a literas corridas, hacen sus necesidades unos sobres los otros. El hedor es insoportable.
Mientras realizo las tediosas rondas por la bodega, me entretengo dando golpecitos en los pies de estos desdichados. Una noche los marineros sacan una muchacha de la bodega y la llevan a nuestro dormitorio, todos la violamos, incluido yo, a pesar de sentir pena por ella no puedo evitar dejarme arrastrar por el deseo. La devuelvo a la bodega y le doy algo de comer.
Estoy de nuevo en la tormenta, el mástil ha caído al agua y apenas puedo distinguir la cubierta...
Me agarro al mástil que flota en medio del mar embravecido, siento como el frió se apodera de mis huesos y como las fuerzas me abandonan, me hundo en el mar, es una muerte dulce sin resistencia. Justo antes de desfallecer me acuerdo de esos pobres seres que han muerto sin poder luchar por salvarse, encadenados a ese gigantesco ataúd.
¿Que he aprendido en esta vida?...
Comprender el sufrimiento de los demás, antesala de la compasión.
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