Había unas niñas jugando en un prado y se divertían
arrancando florecillas pues era primavera. ¡Linda primavera que llena los
campos del alborozo de las flores silvestres!
Arrancaban tantas que ya no les cabían en sus manos, pero
ellas no se preocupaban pues siempre había una florecilla nueva por cortar. Tras
el grupo de niñas quedaba un rastro de flores arrancadas, condenadas a una
prematura marchitación.
Llegó la noche y se cerraron todos los capullos del
prado; esa noche que era de luna creciente, apenas se distinguía un hilillo de
luz curvando a la luna, se produjo un fenómeno extraordinario. La flor más
inteligente del campo, la amapola, si, no me miréis con cara de extrañeza, hay
flores más listas que otras que aun siendo bellas aprovechan la ostentación de
otras para sobrevivir más tiempo florecidas. De todas es sabido que breve es la
vida de una rosa, por ejemplo, capullo de rosa que va a abrirse capullo que se
corta.
Como os iba diciendo una de las listillas del campo, la
amapola, se abrió de noche y se puso a despertar a sus vecinas, a su vez estas
despertaron al resto de florecillas y pronto el prado se convirtió en una
orquesta de quejas y un coro de lamentos.
Pero, ¿por qué se quejaban las flores?
Al parecer se quejaban del efecto devastador de la
temible pandilla de inocentes niñas que arrasaban con el esfuerzo de las
plantas poniendo en peligro la supervivencia de algunas especies. Pues al
arrancar todas sus flores no podían producir semillas para reproducirse.
La amapola que era la más lista, como ya os he dicho, ya
al despertar a las otras flores tenía un plan previsto; la mayoría de las
flores se encerraron de nuevo en su capullo, horrorizadas ante la idea de la
amapola. Sólo algunas más indómitas escucharon su propuesta: ¡Quería hacer una
huelga de flores!
Claro que sí, no penséis lo contrario, las plantas y los
animales también pueden hacer huelga.
La idea se extendió por todo el prado y casi todas las
flores estuvieron de acuerdo a pesar de su sorpresa inicial. ¿Pero en que
consiste una huelga de flores? Ahora lo veremos.
Salió el sol naciendo un nuevo día y algo raro sucedía en
el campo. Cuando llegó el mediodía las niñas se acercaron risueñas al prado
esperando recolectar su botín diario. Pronto se quedaron pasmadas con todas sus
lindas boquitas abiertas. La mayoría de las flores estaban cerradas y sólo unas
pocas se habían atrevido a abrirse, ni que decir tiene que estas sucumbieron al
instante en manos de las angelitas. Las niñas no salían del asombro pero rápidamente
se olvidaron poniéndose a jugar al corre que te pillo.
Esa noche una de las niñas soñó que las flores no se
abrían porque tenían miedo de que las cogieran. Por la mañana se lo contó a sus
amigas pero estas no le hicieron mucho caso y se dirigieron al prado pues
seguro que estaría de nuevo lleno de flores. Para su sorpresa no había ninguna
abierta. Todas miraron con cara de asombro a la niña del sueño y volvieron a
sus casas en silencio.
Esa noche la niña soñó con un prado en el que no había
flores pues todas estaban tiradas por el suelo. Justo al despertarse se le
ocurrió una idea, si justo en ese momento en que no sabes si todavía duermes o
ya te has despertado.
Le insistió a sus amigas en que sólo debían coger unas
pocas florecillas para no perjudicarlas y que así hubiera flores todas las
primaveras, por supuesto no coger las raras y escasas. Al llegar al prado ese
día, se habían abierto algunas flores pues no podían aguantar más tiempo
cerradas y se iban a estropear. Las niñas decidieron mirarlas y no coger
ninguna.
Cada día se iban abriendo más flores y las niñas
siguiendo el consejo de la soñadora solo cogían unas pocas hasta que todas las
flores perdieron el miedo a abrirse. Las niñas y las flores hicieron las paces
asegurando así eternas primaveras floridas en el prado.
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