Le dije que le entendía perfectamente y si bien yo intento con las personas que se me acercan no caer en ese error, ninguno estamos libres de pecar de soberbia espiritual, de creer que podemos saber que es mejor para otra persona y mucho menos de considerar que ese dolor es necesario, por mucho que la otra persona lo haya provocado con sus decisiones. No estamos por encima del bien y el mal, si es que existen, y como dice la biblia es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el nuestro.
Esto me recuerda la anécdota que cuenta Jodorowsky en uno de sus libros, al morir su hijo fue a ver a su maestro zen completamente desconsolado y este sólo se sentó a su lado y le dijo, duele. Eso no le liberó del dolor pero le hizo sentirse comprendido; y buscar e intentar dar infinitas explicaciones intelectuales, para enmascarar el propio dolor, ante las tragedias, justificadas o no, de los demás no ayuda a nadie, ni al que acude buscando consuelo ni al que no sabe darlo.
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