Somos seres libres, nuestro impulso vital nos avasalla en
la certeza inconsciente de que la libertad es nuestra única razón de ser y el
único modo de alcanzar la plenitud.
Pero como El loco, del arcano del Tarot de Marsella del
mismo nombre, vagamos en una neblina de ideas mentales que nos impiden
sentirnos libres; a pesar del impulso divino que reside en nuestro interior;
simbolizado por el perrillo que empuja al loco en dicha carta, colocando sus
patitas sobre el primer Chakra.
La niebla de la moral judeocristiana, de la educación
escolar, de las neuróticas ideas de nuestros padres, sobre la fidelidad, el
deber, el amor, de las novelas y películas sobre el irreal y tan perjudicial,
amor de cuento de hadas, y, sobre todo, del sistema de poder económico/político
haciéndonos creer que todas nuestras necesidades se colmaran con la posesión
material increscendo. Nos hacen encontrarnos en un camino constante de
sufrimiento en busca de algo que no vemos y para el que recibimos recetas
totalmente equívocas y contradictorias.
Lo confundimos todo, el amor con el querer, con la
posesión, con la esclavitud del otro hacia nuestras necesidades y lo que es
peor nuestros deseos. Creemos que sacrificio y entrega son sinónimos de compasión,
todo lo contrario. Sacrificarse es inútil y menos aún por la supuesta felicidad
de otro u otras, que además tampoco la van a encontrar. El esfuerzo es sano,
entender las necesidades del otro y satisfacerlas respetándonos a nosotros
mismos es el camino de la libertad. Nuestra y del otro.
Fidelidad no es amor, pero promiscuidad tampoco. “Yo
quiero”, es la frase más dañina para nuestra mente, la que nos encadena, como
quiero esto o aquello, sufro si no es así y normalmente nunca es así. Si amo;
respeto y entiendo al otro, e intento ponerme en su lugar.
¿Quién inventó la fidelidad conyugal?, ¿El deber
conyugal?, ¿Que la abstinencia sexual nos conduce a Dios? Un enfermo, un
neurótico, un ansioso de poder sobre los demás; la más profunda de las
perversiones sexuales.
La más grave confusión, la más densa fuente de dolor;
nuestro enfermizo complejo de Edipo o Electra. Somos incapaces distinguir el
deseo sexual, del cariño, ya no voy a hablar del amor. Las ilusiones de nuestra
mente del amor verdadero.
Follamos y pensamos que amamos; el mismo lenguaje
representa a las mil maravillas esa confusión, cuando digo quiero, ¿Digo amo? O
me engaño poseyendo; quiero a mis hijos, a mi pareja, a mi familia, a mis
amigos; porque son míos y actúan conforme a mis creencias mentales del todo
neuróticas. Nada más alejado del amor. Digo amo, cuando hiervo de pasión por
dentro, apagándose al poco conforme la excitación de la novedad sexual
desaparece.
El viene montado en su corcel blanco con un sombrero de
plumas, ella cándida y pudorosa, tocada con su pamela y su velo cayendo sobre
el rostro. Escoria mental que nos arrastra irremisiblemente al infierno de una
existencia desdichada, constantemente empujando la rueda del Samsara en busca
de una relación ideal; y lo ideal sólo existe en nuestra mente.
Parejas que caducan como yogures, amantes que se suceden
noche tras noche; para colmar con míseros orgasmos las profundidades de nuestra
desazón.
Eso no es amor, ni lo será nunca; amar no es querer, amar
es respetar al otro y a nosotros mismos, satisfacer nuestras necesidades y la
de los demás; es saber distinguir la entrega sexual del simple deseo carnal. No
es reprimir nuestros deseos, pero si liberarnos de nuestras concepciones
patológicas. Amar a una persona es comprometerse con ella, en su desarrollo, en
su libertad y en la nuestra. Y transcender tantos deberes, morales, represiones
y obsesiones.
Eso es lo más cercano a sentir el amor puro en la tierra,
amar es entregarse, es compasión, es dar cariño, y también es fundir nuestra
energía con otros a través del encuentro sexual, conectar los espíritus; pero
transcendiendo fidelidades absurdamente reducidas a la posesión y a la
sexualidad, e irrefrenables deseos animales de posesión y atracción sexual para
satisfacer nuestro egóicos deseos de conquista. No hay nada más triste que
follar para intentar llenar nuestra carencia afectiva; por qué el ser humano
sigue creyendo que si sus padres no le quisieron podrá suplir eso con
sustitutos de quita y pon, con orgasmos furtiveados al amor.
Amar no está en nuestra mente, está en nuestro espíritu y
se expresa a través del corazón y de la piel. Sentir el amor, amaos, ¡Amad!
“Amor
Es
la mentira de la razón,
Es
el roce de una mano,
Es
el abrazo de corazón,
Es
el calor del sol,
Es
el pezón irritado de la mamá
Y el
hilillo de leche del lactante.
Son
las manos del cuidador,
Es
la mirada del sanador,
Es
el dibujo de un corazón,
Es
el ruido del arado del tractor,
Son
las lágrimas de la lluvia
Y el
rayo que ilumina las tinieblas.
Es
el sonido de una sonrisa,
Son
las carcajadas de una reunión,
Son
las palabras dichas con compasión,
Son
dos sexos húmedos en flor,
Es
la sífilis del violador
Y el
cuerpo que se vende con dolor.
Es
la entereza ante el maltratador,
Es
la resistencia ante el poder,
Es
la indignación del que pide justicia,
Es la
paz de la mente,
Es
el calor del corazón,
Es
el fuego de la pasión,
Es
el grito del orgasmo.
Son
las alas de una paloma que vuela sin tirador.”
“Es
el perdón al asesino
Y el
arrepentimiento sincero.
Es
el rumor del mar,
Es
el temblor de la tierra,
Es
la corriente del rio,
Es
el agua para la sed,
Es
el calor para el frio,
Es
el sueño de la noche
Y el
alimento del alma.”
Amor y sexo
Cuerpo, mente y espíritu
Las pasiones
MORAL, LEY, KARMA
EL COMPROMISO: Manifiesto para una nueva humanidad
LA COMPASIÓN: Un acto de amor
LIBERTAD DIVINO TESORO
Elogio de la Ingenuidad
El amor está en todas partes
Amor no es...
Amar
Amar II
La princesa desAmarrada
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