“La claridad de la sombra de los pinos depende de la
oscuridad de la luz de la luna.”
Qué me perdone el gran Kodo Sawaki por variar su genial
poema: “La oscuridad de la sombra de los pinos depende de la claridad de la luz
de la luna.”
Todos tenemos luz y oscuridad en nuestro ser, dicen que a
mayor luz mayor oscuridad por la ley del equilibrio energético, lo único que la
luz eclipsa la oscuridad. En cada uno de nosotros está el bien y el mal, es más
el bien absoluto y el mal absoluto conviven en nuestro interior y esa
convivencia puede ser en perfecta armonía. Como muy bien representa el símbolo taoísta
del Ying y el Yang, en cada uno de nosotros mora la luz y la oscuridad, al
igual que el mundo, ese símbolo es la representación de esa dualidad, la de la
luz/oscuridad, la del bien/mal; cada una de ellas no puede existir sin la otra,
están irremisiblemente unidas.
Mientras más busquemos el bien más nos acercaremos al
mal, mientras más nos esforcemos en aumentar nuestra luz, mayor será nuestra
oscuridad. Podemos transcender esa aparente contradicción a través de la vía de
la aceptación, al contemplar nuestra oscuridad sin juzgarla nos alejamos de
ella, al contemplar nuestra luz sin abrazarla rompemos nuestras cadenas
mentales sobre el bien y el mal. Rechazamos el mundo por estar lleno de dolor y
sufrimiento, juzgamos los comportamientos de los demás, buscamos afanosamente
el placer sin conseguir alejarnos de su opuesto el dolor; tan solo necesitamos
aceptar la realidad, aceptarnos a nosotros mismos y aceptar la dualidad
existente en nuestro interior para liberarnos de su esclavitud.
Nadie está por encima del bien y del mal, pero no por
buscar afanosamente el bien conseguimos alejar el mal.
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