Suelo contar a menudo esta anécdota ocurrida en el
monasterio zen de la Morejona (Sevilla). Durante la meditación, a veces, el
maestro interrumpe la misma para que los practicantes hagan preguntas. Una
monja de cincuenta y tantos años se acercó y le preguntó al maestro─: ¿Las
pasiones son malas? ─este le respondió─: a tu edad ya deberías de saberlo. Tras
varias personas una chica de veintipoco preguntó de nuevo sobre el tema─.
¿Entonces las pasiones son malas? ─El maestro la observó y le preguntó a su vez
─: ¿Qué edad tienes?
─Veintitrés ─respondió ella─. Tendrás que vivirlas para
saberlo ─dijo el maestro abriendo los brazos.
Vivir ese es el secreto, la vida es un don, una
oportunidad que se nos ha otorgado. Amen, odien, enamórense hasta entregarse en
cuerpo y alma y después sufran el desamor, no repriman sus anhelos ni sus
ansias, no luchen con ustedes mismo, no teman a la vida, sumérjanse en el mar
de las pasiones con todas sus consecuencias, créanse dueños del ser amado,
equivóquense adoptando sus deseos y sus celos como la única verdad posible;
quieran… con felicidad, con dolor. Disfruten de la felicidad de estar
enamorados y sufran con el dolor del desamor, pero entiendan que es la
oscilación de un péndulo, entre placer y dolor, entre amor y desamor, entre
afecto y odio, entre confianza y celos, entre compartir y poseer, entre vivir y
morir, y ese péndulo tiene un centro, ese centro eres tú, es tu interior,
sentirte viva, sentirte amada a ti misma y sentir tu propia divinidad.
No dejemos que el péndulo de la vida nos vuelva más locos
de lo que estamos, centrémonos en buscar su punto de equilibrio, su centro,
donde se superan nuestras contradicciones y la búsqueda de alguien que cubra
nuestras carencias afectivas ya no tenga sentido; centrémonos en el amor que
transciende cuerpos, mentes y espíritus. Pero para eso antes hay que vivir,
experimentar, sean castos y no entreguen su cuerpo sólo por amor, sean castos y
lleven el amor al deseo sexual de poseer a otra persona, llenen de amor a sus
relaciones sexuales, a sus amistades, a sus familiares y a sus parejas y
olvídense de sufrir por lo que esperan y no tienen.
Encuentren calor en el sexo, en la demostración de
afecto, en la palabra amable y el frio en el calor de la pasión ardiente, en el
desagrado del otro, en la intolerancia a otras formas de entender la vida. En
definitiva vivan con todas sus consecuencias pues no hay nada peor que sentirse
muerto en vida, y si ese es el caso celebren su propio funeral y enciendan sus
propias velas por su alma, todo en la vida tiene su sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario