Cuentan una historia de una aldea que nunca recibía la luz
del sol pues una montaña lo impedía, ante la falta de sol los niños crecían débiles
y enfermizos, los aldeanos asumían su situación con conformismo. Un día un
anciano salió del pueblo con una cucharilla en la mano, sus vecinos le
preguntaron dónde iba, a lo que él respondió que a quitar la montaña, !Tu sólo
con una cucharilla!, no acabarás nunca, le dijeron; a lo que él respondió,
alguien tiene que empezar.
Esta historia que creo leí en un libro de Jodorowsky la
traigo a relación con lo que comentaron algunos de enviar luz al planeta, la
tarea es ingente y cada cual puede hacer con su luz lo que desea, sólo voy a
aconsejar que cuando se envíe luz se ponga cuidado en pedir la luz al universo
y que esta baje y a través de nosotros vaya a la persona o personas. Esto debe
de ser así para no descargarnos mucho, además debemos de poner cuidado de que
el sentido de la energía sea sólo de ida, si no nos protegemos o la energía
negativa es muy densa o una fuerza oscura está al otro lado de nuestra
corriente de luz y es más fuerte que nosotros puede aprovechar la conexión para
venirse a nuestro lado.
Entiendo, a mí me ha pasado, que nos duele el sufrimiento
ajeno, que nos gustaría que el mundo fuera un lugar más justo y con menos
maldad, nos gustaría que todo cambiara a nuestro alrededor, pero al final toda
la energía que dediquemos a intentar cambiar a los demás se difuminará porque
sólo podemos cambiarnos a nosotros mismos. Mientras nuestra energía es oscura y
estamos rodeados de negatividad nos sucederán cosas negativas si nuestra
energía se vuelve luminosa y estamos rodeados de energía positiva nos sucederán
cosas positivas. Los demás serán mejores si nosotros somos mejores;
evidentemente si nuestro entorno es muy negativo será difícil salir de esa
espiral de negatividad pero no imposible.
Todo esto me recuerda la discrepancia principal entre las
dos ramas más importantes del budismo, mientras la hinayana sostiene que
tenemos que centrarnos en la salvación individual la mahayana, a la que
pertenece el tibetano y el zen, sostiene que sólo puede haber salvación
colectiva a través de un despertar colectivo. Sinceramente creo que debemos
despertar y ayudar a los demás a despertar, pero primero debemos barrer nuestra
casa, como se dice en mi tierra, antes de querer barrer la de los demás.
Sin olvidar nuestra responsabilidad social en el
mantenimiento de las desigualdades y las injusticias sociales; hay gente mala
por naturaleza pero la mayoría se hace mala como consecuencia de un orden
social injusto basado en intereses económicos egoístas y es nuestra
responsabilidad trabajar por una sociedad más justa, libre y solidaria.
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