Rosalinda era una niña de unos 4 años muy sonriente y muy
alegre, a ella le gustaba mucho jugar y se lo pasaba muy bien con su abuelita
que le contaba historias de cuando ella era pequeña, porque la abuelita también
fue pequeña.
Rosalinda estaba un poco preocupada, bueno en realidad
sólo se preocupaba cuando se acordaba de su abuelita pues está se había puesto
malita y hacía tiempo que no la veía. El resto del tiempo seguía tan contenta
en el cole o jugando con sus amigos.
Ese día todo el mundo parecía preocupado en casa y a ella
la dejaron con su prima Rosabella, una primita que tenía ella que ya era mayor,
bueno tan mayor como los papas no, pero más mayor que ella. Su mama se fue de
casa llorando y a Rosalinda también le entraron ganas de llorar aunque no sabía
bien por qué; pero enseguida Rosabella se puso a hacerle cosquillas, que a ella
le hacían mucha gracia y no paró de reírse, tanto que casi se le escapa el
pipi.
Su prima le dio de comer y como mamá tardaba en volver le
pregunto que donde estaba. Rosabella se quedó en silencio como si no supiera
que decir, «igual es que no lo sabía» pensó Rosalinda.
Al rato su prima le dijo que mamá estaba en el hospital
con la abuelita, como ella por suerte no sabía lo que era un hospital, le
explico que es el sitio donde iban las personas cuando se ponían malas para
ponerse buena.
Rosalinda le preguntó si la abuela volvería pronto cuando
se hubiera puesto buena y Rosabella se quedó callada. Después de un rato le
dijo que igual la abuela no volvía, en realidad que lo más seguro es que la
abuela no volviera. Ella se puso triste pues le gustaban mucho las historias de
su abuelita.
Cómo no entendía preguntó por qué.
Rosabella le dijo sonriendo que ya la abuelita estaba
descansando y no volvería con nosotros. Rosalinda pensó que en verdad la
abuelita siempre se quejaba de lo que le costaba moverse y hacer las cosas, así
que estaría cansada. Pero ella no entendía que tenía que ver que estuviera
descansando a que no volviera con ellos, así que se quedó mirando a Rosabella
con cara de no entender nada.
Su prima que además de lista era muy guapa, le hizo una
sonrisa de oreja a oreja y la cogió en brazos, acunándola le explicó que las
personas cuando se hacen mayores y se ponen malas, terminan yéndose para
siempre a descansar, que se van al cielo o algún lugar parecido. Ella se metió
el dedo gordo en la boca y se chupó el dedo, eso la tranquilizaba y ella no
sabía porque pero no le daba miedo que su abuelita no volviera.
Su prima continuó diciendo que como su abuela era tan
buena seguro que iría al cielo, que es un lugar donde se está muy bien y muy
tranquilo y que desde allí estaría viéndolas y sonriendo por lo guapas y listas
que eran. Rosalinda sonrió pensando en lo orgullosa que estaría su abuela de ella.
Su prima también le dijo que a veces las personas cuando
llega el final de su vida y se mueren, porque eso es lo que le había pasado a
su abuela, vienen en nuestros sueños a despedirse y a decirnos que están bien.
Rosabella se quedó callada y como seguía acunándola, Rosalinda se quedó
dormida.
Soñó que estaba sola y echaba de menos a mama, después se
acordó de la abuelita y no sabía dónde encontrarla, ya iba a empezar a llorar
cuando la vio a lo lejos recogiendo flores en un prado, que es lo que más le gustaba
hacer a la abuelita cuando era joven y vivía en el campo. Se acercó corriendo a
su abuelita y aunque la cuesta era muy grande su abuela la esperaba sonriente
al final y le dio un abrazo campero como decía ella. Apretándola con sus brazos
hasta hacerle parecer que estaba dentro de un huevo cálido y mullido. Su
abuelita le susurró que la quería mucho y que era muy feliz de estar con ella.
Se despertó sobresaltada con el ruido de la puerta de la
casa al cerrarse, su mama entró en la habitación con la cara compungida y le
hizo un gesto afirmativo a su prima, después se agachó y la cogió a ella en
brazos besándole la frente. En ese momento Rosalinda no supo si la acunaba su
mama o su abuelita a la que escuchaba reír.
Consejo para los padres:
Este cuento se puede leer a los más pequeños durante el
periodo de duelo para facilitar el mismo. Para los más mayores se les puede
contar antes del fallecimiento de un familiar enfermo o como aprendizaje sobre
la vida.
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