Una niña estaba jugando en el parque, su padre que la
había llevado la observaba sentado mientras ella giraba subida en un aparato
para dar vueltas, como se estaba mareando de tanto dar vueltas cerro los ojos y
se cayó al suelo.
Cuando pudo abrirlos se sorprendió pues ya no estaba en
el parque sino en el patio de un colegio lleno de niños corriendo, se levantó
pero aquel colegio no le resultaba familiar ni conocía a ninguno de los niños
que veía. Una niña de su edad se le acercó y le preguntó si era nueva en el
cole.
Ella respondió que no, que ella no era de ese colegio,
entonces la niña le preguntó que como había entrado si no era de allí. La niña
se encogió de hombros pues la verdad es que no tenía ni la más remota idea de cómo
había llegado hasta allí.
En eso estaba cuando la niña de ese cole le dio un
empujoncito y saliendo corriendo le decía: ─ A que no me pillas cara de
tortilla.
Ella sin pensárselo dos veces salió en su persecución
cruzando el patio entre los niños que jugaban. Estuvieron dando carreras sin
mucho sentido hasta que sonó la campana de final del recreo. En ese momento la
niña se acordó de que no era de ese colegio y no sabía que hacer. Se limitó a
subir las escaleras con su nueva amiga en silencio pues pensaba que cuando
llegara a la clase no tendría silla ni mesa donde sentarse pues en su clase
cada niño tiene su silla y su mesa.
Y en efecto se sentaron todos y ella se quedó de pie pues
no tenía sitio, la profesora se acercó a ella y le dijo: ─Me parece que te has
equivocado de clase.
La niña asintió con la cabeza.
─¿Cuál es tu curso?─ le preguntó la profesora. Ella se
encogió de hombros pues aunque tenía un curso, como todos los niños, no era de
ese colegio y cuando la llevara la profesora no sería el suyo de verdad.
─¿No te acuerdas? No importa iremos juntas a buscarlo─ le
dijo la profe tomándola de la mano.
Recorrieron varias clases que correspondían a su edad
pero ninguna era la suya ni las profesoras la reconocían. La profesora estaba
extrañada y ella empezaba a preocuparse pues quería irse de allí y volver al
parque con su papa pero no sabía cómo ni cuál sería la puerta para salir a la
calle.
Se le ocurrió que podría decirle a la profe que tenía pis
y cuando fuera al cuarto de baño buscar la puerta de la calle. La profe la
llevo al servicio y le dijo que la esperaba fuera. Su plan se había chafado
ahora no podría irse, pero bueno ya que estaba allí y de verdad tenía ganas
para hacer pis, aprovecharía para hacerlo. Cuando terminó y después de ponerse
bien la ropa tiró de la cisterna y observó que el agua giraba como un remolino
dentro de la taza, daba tantas vueltas que se mareó de nuevo por lo que cerró
los ojos y volvió a caerse al suelo. Al abrirlos vio a su padre que sonreía diciéndole:
─Anda de tanto dar vueltas te has caído.
La niña miró a su alrededor y comprobó que estaba de
nuevo en el parque y le preguntó a su papa: ─¿He tardado mucho en volver?
El padre la miro y dijo: ─el tiempo justo de caerte.
Ella no entendía que había pasado, se disponía a contarle
a su padre lo que le había pasado cuando una amiguita llego y empujándola, que casi
se cae al suelo pues estaba todavía un poquito mareada, le grito haciéndole burlas:
─A que no me pillas cara de tortilla.
La niña salió corriendo y se olvidó de todo, más tarde al
volver a casa se acordó de nuevo, pero ya no sabía si había pasado de verdad o
había sido un sueño.
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