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Copyright Francisco José Del Río Sánchez 2008

jueves, 12 de diciembre de 2013

El viaje a ninguna parte. Cuento infantil



Una niña estaba jugando en el parque, su padre que la había llevado la observaba sentado mientras ella giraba subida en un aparato para dar vueltas, como se estaba mareando de tanto dar vueltas cerro los ojos y se cayó al suelo.
Cuando pudo abrirlos se sorprendió pues ya no estaba en el parque sino en el patio de un colegio lleno de niños corriendo, se levantó pero aquel colegio no le resultaba familiar ni conocía a ninguno de los niños que veía. Una niña de su edad se le acercó y le preguntó si era nueva en el cole.
Ella respondió que no, que ella no era de ese colegio, entonces la niña le preguntó que como había entrado si no era de allí. La niña se encogió de hombros pues la verdad es que no tenía ni la más remota idea de cómo había llegado hasta allí.
En eso estaba cuando la niña de ese cole le dio un empujoncito y saliendo corriendo le decía: ─ A que no me pillas cara de tortilla.
Ella sin pensárselo dos veces salió en su persecución cruzando el patio entre los niños que jugaban. Estuvieron dando carreras sin mucho sentido hasta que sonó la campana de final del recreo. En ese momento la niña se acordó de que no era de ese colegio y no sabía que hacer. Se limitó a subir las escaleras con su nueva amiga en silencio pues pensaba que cuando llegara a la clase no tendría silla ni mesa donde sentarse pues en su clase cada niño tiene su silla y su mesa.
Y en efecto se sentaron todos y ella se quedó de pie pues no tenía sitio, la profesora se acercó a ella y le dijo: ─Me parece que te has equivocado de clase.
La niña asintió con la cabeza.
─¿Cuál es tu curso?─ le preguntó la profesora. Ella se encogió de hombros pues aunque tenía un curso, como todos los niños, no era de ese colegio y cuando la llevara la profesora no sería el suyo de verdad.
─¿No te acuerdas? No importa iremos juntas a buscarlo─ le dijo la profe tomándola de la mano.
Recorrieron varias clases que correspondían a su edad pero ninguna era la suya ni las profesoras la reconocían. La profesora estaba extrañada y ella empezaba a preocuparse pues quería irse de allí y volver al parque con su papa pero no sabía cómo ni cuál sería la puerta para salir a la calle.
Se le ocurrió que podría decirle a la profe que tenía pis y cuando fuera al cuarto de baño buscar la puerta de la calle. La profe la llevo al servicio y le dijo que la esperaba fuera. Su plan se había chafado ahora no podría irse, pero bueno ya que estaba allí y de verdad tenía ganas para hacer pis, aprovecharía para hacerlo. Cuando terminó y después de ponerse bien la ropa tiró de la cisterna y observó que el agua giraba como un remolino dentro de la taza, daba tantas vueltas que se mareó de nuevo por lo que cerró los ojos y volvió a caerse al suelo. Al abrirlos vio a su padre que sonreía diciéndole: ─Anda de tanto dar vueltas te has caído.
La niña miró a su alrededor y comprobó que estaba de nuevo en el parque y le preguntó a su papa: ─¿He tardado mucho en volver?
El padre la miro y dijo: ─el tiempo justo de caerte.
Ella no entendía que había pasado, se disponía a contarle a su padre lo que le había pasado cuando una amiguita llego y empujándola, que casi se cae al suelo pues estaba todavía un poquito mareada, le grito haciéndole burlas: ─A que no me pillas cara de tortilla.
La niña salió corriendo y se olvidó de todo, más tarde al volver a casa se acordó de nuevo, pero ya no sabía si había pasado de verdad o había sido un sueño.


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