En el
lenguaje corriente, el término
inconsciente se utiliza como adjetivo para calificar el conjunto de comportamientos que un sujeto
desarrolla inadvertidamente, es decir, sin darse cuenta, y que, en general, no
dependen de su voluntad.
Aunque el termino inconsciente es anterior a Freud este lo populariza dotándolo de un nuevo significante, para Sigmund Freud el inconsciente ya no es una "supraconsciencia" o un "subconsciente", situado sobre o más allá de la consciencia; se convierte realmente en una instancia a la cual la conciencia no tiene acceso, pero que se le revela en una serie de formaciones como los sueños, los lapsus, los chistes, los juegos de palabras, los actos fallidos y en los síntomas.
En psicoanálisis, el
inconsciente es el concepto clave de la teoría, y designa un lugar psíquico desconocido para la conciencia y al conjunto
de los contenidos reprimidos que son mantenidos al margen, apartados de la
conciencia, aun cuando ellos muestren una permanente efectividad psíquica e
intensa actividad a través de mecanismos y formaciones específicas. Es decir no sólo se manifiestan en forma de tics sino que la conciencia, nuestra aparente voluntad esta supeditada a estos contenido inconscientes que definen nuestra personalidad.
Jung
discipulo de Freud replantea y amplía el carácter personal del inconsciente
freudiano, extendiéndolo «ad infinitum» a un inconsciente colectivo cuyo
contenido primordial serán los arquetipos.
El inconsciente colectivo es un
término acuñado por el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, quien postuló la
existencia de un sustrato común a los
seres humanos de todos los tiempos y lugares del mundo, constituido por
símbolos primitivos con los que se expresa un contenido de la psique que está
más allá de la razón, destacando los arquetipos.
Los
arquetipos expresan los instintos en un sentido biológico, pero al mismo tiempo
comprenden el lado espiritual. Los
arquetipos son en realidad una tendencia a formar representaciones sobre un modelo básico que afecta emocionalmente
a la consciencia. Algunos motivos principales son el ánima, o principio
femenino, y el ánimus, principio masculino y otras figuras de la mitología griega. La sombra es el lado inconsciente de la personalidad, mientras el sí-mismo es la totalidad, parte
consciente e inconsciente.
Lo perturbador de los arquetipos es que no
llegamos a conocerlos del todo. Y más perturbador resulta el
hecho de que, aun conocidos, nunca
agotan su significado. Sin embargo, para
Jung, el sentido de armonía se consigue mediante la unión consciente de los
contenidos inconscientes de la mente. Esa es la "función trascendente de
la psique", con la que se supera el yo para conquistar la plenitud del
individuo.
Extraído del primer tema del nivel avanzado de la Escuela de Médiums/Luz y de mi libro En La Laguna Estigia: Guía para un médium del S. XXI
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