La
década de mi juventud, del instituto y después la universidad, de mis sueños e
ilusiones, del primer e inolvidable amor, de las primeras caricias de otras
manos, del primer cuerpo entre mis brazos y en definitiva de tantas fantasías.
De
correr en pos de algo desconocido, de la libertad, el amor, de creer que te vas
a comer el mundo, de cambios que se iban a producir y no llegaron, de las
manifestaciones anti OTAN, del grupo ecologista, del descubrimiento de la
montaña.
De
ilusión y esperanza a nivel social, tras la década anterior de lucha, la de los
70 del S. XX, posiblemente donde se lograron cotas de desarrollo personal,
libertades e igualdad nunca antes imaginadas, gracias a las luchas y a las
vidas perdidas de muchos y muchas.
Los 80
fueron una época de gran riqueza cultural, cuando el sistema económico domesticó
ese enorme fermento creativo surgido en la década libertaria, nos dejó en lo musical
enormes obras de arte, cuyas letras eran poesía pura. Para los que llegamos
tarde como yo, para vivir los 70, nos llegaron esos ecos, ya comerciales pero
todavía cargados de espíritu libertario y de transcendencia personal. Como esta
canción:
Pero
también fueron los 80 la década de la domesticación del espíritu libertario
innato al ser humano, de la desilusión, del desengaño y del engaño colectivo,
en España con el gobierno del PSOE, en el mundo con la revolución neoliberal
que comenzó entonces y triunfa en estos días y en Latinoamerica de las asesinas dictaduras. La conveniente llegada del SIDA para controlar a
las masas. Y en lo personal al final los sueños se evaporaron y el mundo fue comiéndome
en los 90 hasta sólo quedar una sombra de mis ilusiones.
Seguramente
el tiempo desvirtuó y exageró los aires de libertad anhelados, pero también es
seguro que te hizo olvidar tus sueños de libertad y justicia, de embellecer el
mundo. Y ahora que olvidas el sufrimiento necesitas recordar, pero él que fantasías
e ilusiones sin sentido, o tu impulso innato por ser libre y amar.
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