Realmente y siendo sincero yo solo he sido un facilitador, un guía o un maestro, como ella me dice con un poco de guasa, y el mérito es suyo, por su confianza, su esfuerzo y su actitud abierta y flexible a nuestro trabajo. Y esa confianza puesta en mi, para mi también ha significado un regalo, ella también me ha dado mucha vida y ganas para seguir cuando pasaban semanas en blanco.
No hay milagros ni recetas mágicas, sólo el trabajo propio puede dar sus frutos, el sanador sólo puede predisponer a la otra persona, al final el éxito y el mérito de ese éxito corresponde a la persona que cambia su neurótica forma de ver la vida.
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