Vivo
en un mundo de fantasías e ilusiones sin sentido que nunca llegan a realizarse,
quizás porque normalmente no hago nada por materializarlas. Es un mundo de
locura donde todo es posible, un universo propio donde suceden cosas que quizás
nunca sucedan en la realidad pero para mí son reales. Siempre ha sido así, y no
sé si alguna vez será de otra manera o simplemente eso es lo normal, lo común a
todos los seres humanos. Puedo a veces sentir sus sueños, sus pesadillas, pero
no suelo llegar a tener evidencias de si son reales. Algunas personas me las
confirman, pero no suele ser lo normal, todos andamos siempre actuando,
disimulando en un teatro sin fin, ocultando nuestros deseos y sentimientos más
profundos, la vida nos enseñó a ocultar nuestras debilidades, potentes armas
arrojadizas a merced de los demás. ¿Dónde quedó la ingenuidad, la sinceridad?
Mientras
más miedo tengo más intensas son las ilusiones, dicen que el miedo apaga el
amor, o eso es lo que creo yo, pero yo siento miedo y sin darme cuenta surge el
amor, no el amor de pareja, otro amor más profundo sin juicio y sin moral pero
el miedo a perderlo lo marchita. Entonces sueño y mi mente reproduce un mundo
donde no hay barreras ni mentiras, un mundo irreal pero que existe en mi mente
y entonces acaricio tus mejillas y no pasa nada, paso mis dedos sobre tus
labios y no surgen equívocos, te cojo las manos y recostamos la cabeza sobre el
sofá y sólo sonreímos, no hay nada más; pero el miedo me devuelve a la realidad
y allí todo eso implica muchas cosas, también para mí, una caricia no es sólo
una caricia, una muestra de afecto no es sólo una muestra de afecto y entonces
tengo miedo porque sé que no lo entenderías y porque sé que yo tampoco. El deseo
surgiría ya fuera para reprimirlo o para disfrutarlo. Y ya nada sería igual.
Entonces
vuelvo a soñar, cuerpos que se entrelazan, se besan, se penetran, e imagino que
no hay moral, solo personas amándose, fundiéndose, sexos uniéndose sin pensar,
pero despierto, el miedo me inmoviliza y la magia del sueño desparece, la
fuerza del amor se desvanece con él. Locura, lascivia, obsesión, calificativos
que acuden a mi mente, imposible distinguir la realidad de la fantasía,
imprudente reconocerlo, solo queda navegar en la mente. Deseo que brota
irrefrenable y que vuelves a marchitar. En la mente todo es posible, en tus
fantasías todo es real, pero en tu vida no.
Me pregunto,
si nosotros construimos nuestra realidad, si nuestras creencias definen el
mundo, entonces yo soy caos pues mi mente es un caos, mis pensamientos son
caóticos y mis fantasías irreales. Realmente creo que es así, mi vida no deja
de ser un caos, por un lado siento el amor pero por otro me atenaza el miedo,
como un genio entre el constante vaivén entre la genialidad y la locura, entre
el amor y la amargura, entre el deseo y la castidad, entre la risa y el llanto.
Busco tu cuerpo entre mis sabanas, a la vez que quiero alejarte de mí. Deseo
tener y que seas libre, deseo amar y poseerte a la vez, deseo abrazarte,
acariciarte y no desearte, pero no puedo dejar de desear, en plural. Al igual
que no puedo dejar de amar. Si el amor está separado del deseo, no conozco esa
clase de amor, en mi mente no existe, si el sexo no representa la fusión con la
otra persona, la materialización física del amor, entonces estoy enfermo.
Quizás este loco y desear a las personas que amas sea una grave patología de mi
mente, incapaz de confundir amor y sexo, pero y si esa fantasía es real, y
todos nos la reprimimos, y si lo real es el caos de mi mente y lo falso es esta
vida mojigata, cicatera y represora de la espontaneidad, del sexo y del amor
verdadero.
¿Vuelvo
a saltar sin paracaídas? Ya lo hice antes cegado por la ilusión, después la
fantasía no fue igual que la realidad, pero tuvo muchas cosas buenas. Si sólo
puedo ser yo mismo, si el único camino verdadero es el de la autosinceridad,
seré caos, seré fantasía y seré amor, y tendrá que ser con todas sus
consecuencias.
¿Y tú
que quieres ser?
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